Los viajeros salen del avión y sortean los cubos que recogen las goteras del techo. Aún les queda una larga espera frente a la estera y lidiar con el aire acondicionado que apenas apacigua el calor. El Aeropuerto Internacional José Martà de La Habana tramita a tropezones el boom turístico que le ha supuesto un volumen de pasajeros que sus servicios e infraestructura soportan a duras penas.
La principal terminal aérea del país recibió en el primer semestre de este año a 3,3 millones de viajeros, una cifra que significó un aumento de un 27,4% con respecto al mismo período del año anterior. Sin embargo, la experiencia de los viajeros está lejos de ser satisfactoria.
Faltan locales gastronómicos y el desabastecimiento se hace sentir. «Solo tenemos estas dos cafeterías acá arriba», cuenta una de las empleadas que despacha. «Hoy no nos ha llegado la cerveza y tampoco hay agua, solo estamos vendiendo café además de pan con jamón y queso», respondía este lunes a varios clientes.
En el exterior se erige una nave inacabada donde se instalarán nuevos locales de comida. «En el financiamiento de esta infraestructura estaba vinculada la constructora Odebrecht y todo se paralizó con el escándalo de corrupción en Brasil», cuenta a este diario una fuente del Ministerio de la Construcción que prefirió el anonimato.
«Esperamos que quede abierta antes de que termine el año como una alternativa para los viajeros y sus acompañantes», detalla el funcionario. «Pero una cosa es el local y otra el suministro de alimentos y bebidas, eso le corresponde garantizarlo a la Empresa Cubana de Aeropuertos y Servicios Aeronáuticos (ECASA)»…