El 30 de octubre Colombia fue testigo de los problemas operacionales en el Aeropuerto El Dorado, por el retraso y cancelación de varios vuelos de la aerolínea Avianca. Luego de casi 12 horas de espera, cerca de 300 usuarios no recibían solución alguna, por lo que algunos pasajeros decidieron pasar la noche dentro de las aeronaves hasta que la aerolínea resolviera el percance. El presidente de Avianca indicó que los retrasos y cancelaciones se debían a fallas meteorológicas, sin embargo, es de conocimiento público que se han invertido más de 1400 millones de dólares en infraestructura y mejoramiento del aeropuerto Eldorado.
Estamos hablando de un aeropuerto que tiene cerca de 950 operaciones diarias y que es considerado el segundo aeropuerto más importante de Latinoamérica; por eso, sorprende que a pesar de semejante inversión, Eldorado maneje sus operaciones con equipos e instrumentos obsoletos, que imposibilitan el correcto funcionamiento del Aeropuerto, al punto que el Director de la Aeronáutica Civil ha dicho que: "hoy posee los mismos parámetros operacionales de hace 20 años cuando se tenía una sola pista."
Sumado a esto, nos enfrentamos a un problema mayor que pone en peligro la seguridad aérea en Colombia. Me refiero a la falta de una regulación laboral para las tripulaciones aéreas, que les evite caer en situaciones de fatiga extrema provocada por largas jornadas de trabajo que exceden las doce horas y desbordan los estándares internacionales. Estos temas perjudican seriamente a los más de 26 millones de usuarios que al año moviliza Eldorado, quienes en muchos casos, desconocen sus derechos y sufren lamentables sucesos como los ocurridos la semana pasada.
Esta no ha sido la única alerta que he hecho como Senador de la República. En anteriores ocasiones ya he realizado llamados de atención al Gobierno Nacional y al Congreso de la República, con debates de control político e iniciativas legislativas, que conduzcan a mejorar la calidad del servicio del transporte y de la seguridad aérea…