Si se perpetúan los controles en las fronteras internas que ya aplican de manera temporal Francia, Alemania y otros Estados miembros por la amenaza terrorista y la presión migratoria, lo que en la práctica supondría el fin del espacio Schengen, los sectores que primero pagarían las consecuencias son el turismo, tanto entre países vecinos como el extracomunitario que visita varias naciones, así como los trabajadores transfronterizos y el tráfico rodado de mercancías, según un estudio del Gobierno francés.
El análisis difundido por France Stratégie, think-tank del Ejecutivo galo, calcula que las consecuencias para el mercado interior de controles permanentes supondría un perjucio económico a largo plazo de 100.000 millones de euros, el 0,8% del PIB europeo, para los los 26 países que integran el espacio de libre circulación Schengen.
El informe considera que los controles sistemáticos en las fronteras interiores sería equivalente a imponer una tasa del 3% al comercio dentro de dicho espacio, lo que provocaría, a su vez, una reducción estructural del comercio de entre el 10 y el 20%…