Desde que a principios del nuevo siglo se introdujera el modelo de viaje de bajo coste en el mercado, el sector no ha hecho más que ir al alza. Poco a poco, la gente fue reconociendo el hecho de coger un avión como algo habitual, accesible y cómodo a la hora de planear unas vacaciones. A día de hoy, las distancias entre países se han acortado gracias a ello, y la clase media puede permitirse salir de sus fronteras para visitar una gran ciudad europea como París, Roma, Londres o Berlín.
Por motivos evidentes, las compañías de bajo coste superaron a las tradicionales durante la recesión económica, aunque perdieron liderazgo durante el 2014. Actualmente, vuelven a vivir un periodo de repunte. Así lo confirman datos provenientes del Ministerio de Industria y Turismo. Hechos como que durante los siete primeros meses del año, las aerolíneas low cost en España transportaron a 22,86 millones de viajeros foráneos o, lo que es lo mismo, un 13,4% más que en 2015. Una cifra que supone el 50% del total del tráfico aéreo, es decir, que ya se ha alcanzado la cuota de mercado de las compañías tradicionales. Algo impensable hace sólo unos años y que también se explica en torno a dos hechos: la creación de filiales de bajo coste por parte de las aerolíneas de siempre y la proliferación de vuelos cortos para evitar visitas a zonas donde hay conflictos políticos en plena ebullición.
Asimismo, sólo en julio, los vuelos baratos englobaron a 4,8 millones de pasajeros, un incremento del 11,7% respecto al mismo mes del ejercicio anterior. Algo que consiguió cambiar la tendencia, ya que fueron las compañías low cost las que tuvieron una mayor cuota de mercado: 50,3%. Esta última cifra hizo que los datos se equipararan y que la industria se repartiera prácticamente a partes iguales en el total del año transcurrido…