El sector del transporte aéreo representa alrededor del 3% de las emisiones mundiales de dióxido de carbono (CO2), uno de los principales causantes del cambio climático según el consenso cientÃfico y político. Pero la rapidez con la que ha crecido la aviación en los últimos años y el aumento que se espera para los próximos hacen que sea uno de los campos que más preocupa en la lucha contra el calentamiento global junto al transporte marÃtimo.
Las emisiones en ambos sectores, según la organización internacional Transporte y Medio Ambiente, podrían crecer hasta un 250% para el año 2050. Pero la mención a la reducción de los gases de efecto invernadero que ambas actividades generan se eliminó finalmente del Acuerdo de París contra el cambio climático, que en diciembre de 2015 cerraron 195 países.
En el mismo informe se alerta de que, si no se introducen cambios y se sigue la misma trayectoria, las emisiones de CO2 aumentarán en Europa un 45% entre 2014 y 2035. Las de NOX se dispararán un 43%.
La Agencia Europea del Medio Ambiente resalta además que la «incorporación de combustibles alternativos sostenibles en el sector de la aviación es muy lenta». Aunque augura que «durante las próximas décadas tendrá un papel muy importante en la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero». «Los vuelos comerciales europeos han estado ensayando combustibles alternativos sostenibles. Sin embargo, en los próximos años se ha previsto una producción regular de combustibles alternativos para la aviación muy limitada».
Una de las claves para intentar reducir los gases de efecto invernadero de la aviación podría ser, según indica el informe, la inclusión de este sector en el sistema de comercio de derechos de emisiones (ETS), que obliga a pagar por el CO2. Europa mantuvo un duro enfrentamiento con China y EE UU entre 2010 y 2012 por este asunto.
Bruselas aprobó una norma que obligaba a todas las aerolíneas "”europeas o no"” a pagar por sus emisiones si aterrizaban o despegaban de alguno de los 28 países miembros. La presión de EE UU y China hizo recular finalmente a Europa, que solo incluyó en este mecanismo los vuelos con origen y destino dentro de la Unión a partir de 2013.
En el informe de la Agencia Europea del Medio Ambiente (EEA) se realiza un balance del sistema de derechos de emisión: estas tasas suponen una caída anual de 16 millones de toneladas de CO2. Para llegar a esta cifra la EEA tiene en cuenta la reducción directa de emisiones que acometen las aerolíneas para no pagar más y la compra de derechos a otros sectores, que tienen que rebajar sus emisiones.
A partir de 2020
Cuando Europa reculó en su directiva sobre la aviación argumentó que lo hacía para intentar cerrar un acuerdo mundial. Ese sistema de mercado de derechos de emisión global, que aún no está definido y del que se lleva hablando desde hace más de una década, se tendría que aplicar a partir de 2020. Se hará en el seno de la Organización de Civil Internacional (OACI). Aunque no se empiece a aplicar hasta dentro de cuatro años, el nuevo modelo global de emisiones tendrá que acordarse en este 2016, en concreto, deberá aprobarse en la asamblea general que la OACI.
Se supone que este modelo de derechos de emisión debe ser un incentivo para que las compañías innoven para llegar a tecnologías menos contaminantes…