Hace unos meses, Qantas, la aerolínea de Australia, se las prometía felices con su proyecto de volar 20 horas non stop a destinos de todo el mundo. Para un país que está tan alejado de Europa o de Estados Unidos, esta podría haber sido una gran ventaja competitiva para la aerolínea.
El proyecto, llamado Sunrise –Amanecer–, contemplaba llenar el avión de literas, camas, un gimnasio e, incluso, una guardería. Pero Alan Joyce, el director general de Qantas ha frenado en seco: hoy por hoy esto no es posible; los obstáculos son incontables. Al parecer, lo único que existe son los aviones –los B777X o los A350–, pero nada más.
En primer lugar, hay que llegar a acuerdos laborales con los pilotos porque 20 horas de vuelo exige una plantilla amplia, unas condiciones especiales, unos descansos muy meditados.
Qantas tampoco tiene cerrados los acuerdos con Boeing y Airbus con compromisos del fabricante respecto del consumo que tendrán esos aviones. Es un riesgo alto que no se puede correr. Para poner estos vuelos en marcha, los aviones se tienen que entregar en 2022 y los vuelos operarán desde 2023…