Este año celebramos el centenario del primer vuelo comercial regular, un vuelo que tuvo lugar entre San Petersburgo y Tampa, Florida, el 1 de enero de 1914. Aquel único avión, con un único piloto y un sólo pasajero a bordo marcó el inicio de la aviación comercial, una industria que se ha convertido en un sistema de transporte global que este año conectará cerca de 3.300 millones de pasajeros en casi 100.000 vuelos diarios, y que sustenta 58,1 millones de empleos en todo el mundo.
Viajar reúne amigos y familias, establece lazos entre culturas y potencia el crecimiento económico.
Hoy, la aviación es un medio de transporte masivo en nuestro mundo global. Su desarrollo la convierte en un poderoso catalizador del desarrollo económico. Pero no es empresa fácil, como se deduce de los datos de la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI). En los 66 años transcurridos entre 1947 y 2012, la industria global de aerolíneas sólo ha sido rentable la mitad de ese periodo. La excesiva regulación, la fuerte competencia, y su vulnerabilidad a los altibajos de los ciclos económicos, por no mencionar el impacto de los problemas externos, no dejan mucho margen para la rentabilidad, que se traduce en menos de seis dólares de beneficio por pasajero transportado.
A pesar de las dificultades, la industria de aerolíneas ha logrado importantes retos durante la década anterior. La restructuración y la consolidación han jugado a favor, a pesar del incremento del combustible y a la reducción de tarifas (un tercio más bajas, en términos reales, que hace 20 años).
Por desgracia, nuestra capacidad de transformación "•imprescindible para captar la inversión que nos permite adaptarnos a la creciente demanda"• está en riesgo. Sin embargo, la amenaza no reside en las fuerzas del mercado, sino en los gobiernos, que olvidan el papel vital de la aviación en el desarrollo del comercio mundial y del turismo.
Gobiernos de países como Dubái, Abu Dabi o Singapur reconocen los beneficios económicos de la conectividad aérea, y entienden la necesidad de estimular esta industria y apoyarla con infraestructuras necesarias, en vez de castigarla con impuestos o regulaciones.
No hay razón para que Perú, con su vasta población, su creciente clase media y uno de los destinos turísticos y de negocios más atractivos del mundo, no pueda beneficiarse de una mayor conectividad aérea. Para ello, el país necesita ver en la industria de la aviación ese poderoso catalizador de crecimiento y desarrollo económico.
Y en ningún otro lugar es tan necesario un enfoque proactivo como en el aeropuerto internacional de Lima Jorge Chávez. Este aeropuerto recibe el 99% del tráfico aéreo internacional que visita Perú, atiende el 91% de los vuelos nacionales y es, además, un centro de conexión. Perú tiene todo a su favor para convertirse en uno de los principales hubs de la región. Sin embargo, su principal aeropuerto está casi al límite de su capacidad y no podrá absorber el 5,3% de crecimiento anual del tráfico aéreo que se espera en los próximos cinco años. Esta situación se traduce directamente en una pérdida de crecimiento económico, y coloca a Perú en clara desventaja frente a otros hubs de la región que ya han puesto en marcha la inversión necesaria para garantizar una conectividad aérea robusta que los sitúe en primera línea de juego.
No obstante, Perú parece haber empezado a tomar medidas ya. La propuesta de incrementar su capacidad operativa hasta 35 movimientos por hora en el aeródromo limeño es un buen primer paso aunque queda margen para incrementarlo más. Y el proyecto de ampliación del aeropuerto, que contempla la construcción de un nuevo terminal y una segunda pista, también es una buena noticia. Sin embargo, esta importante mejora infraestructuaria no estará lista hasta 2020, por lo que es fundamental que las autoridades peruanas aseguren la entrega en plazo de los terrenos pendientes destinados a la ampliación del aeropuerto.
Hasta entonces, será necesario maximizar de forma eficiente la infraestructura aeroportuaria actual con el fin de absorber el mayor tráfico posible, y siempre tratando de evitar que los pasajeros sufran los inconvenientes de un aeropuerto congestionado. Las aerolíneas entienden que pasarán unos años antes de que se abran las nuevas puertas de embarque. Mientras, una buena solución sería permitir a la aviación comercial utilizar parte de las áreas destinadas a la policía y al ejército peruano. Las aerolíneas se han comprometido a proporcionar el mejor servicio posible a los viajeros, pero la saturación en el aeropuerto de Lima socava su capacidad para proporcionar un servicio aéreo oportuno y eficiente.
Para IATA, la colaboración es un elemento clave del éxito. Y en el caso que nos concierne, estamos seguros de que el resultado de la ampliación del aeropuerto nos beneficiará mucho más si se permite la participación de aerolíneas, y otras partes implicadas, en el plan director. IATA trabaja para asegurar la participación de todas las partes interesadas en este proceso y la consecución de un consenso común. En octubre, IATA presidió un consejo con representantes de aerolíneas, Lima Airport Partners (LAP), Ministerio de Transportes y Comunicaciones, Viceministerio de Turismo, DGAC, OSITRAN, CORPAC, así como representantes de las asociaciones AETAI y ALTA, para llegar a un consenso sobre los problemas actuales en el Aeropuerto Internacional Jorge Chávez.
La aviación comercial ha recorrido un largo camino desde aquel primer vuelo hace 100 años. Y estamos seguros de que, a medida que la aviación se adentra en su segundo siglo, su contribución a las economías del mundo, a los vínculos entre las personas y a un mayor acercamiento cultural, será más importante. Sus humildes inicios hace un siglo han quedado atrás. Este año, la aviación comercial transportará cien veces la población de Perú "•cerca de 3.300 millones de pasajero"•, una cifra que en 2034 crecerá más del doble y alcanzará los 7.300 millones. Perú puede ser una parte importante de esta historia de éxito, y estamos seguros de que si el país aborda de manera efectiva sus problemas en infraestructuras, el segundo siglo de la aviación comercial será aún más fructÃfero que el primero.