La niebla es un desafío para todas las aerolíneas. Reduce la visibilidad alrededor de los aeropuertos, lo que significa que los pilotos simplemente no pueden ver lo suficiente como para aterrizar de manera segura. Y eso puede causar enormes demoras.
Qantas, tiene su propio equipo meteorológico interno para gestionar todos los eventos relacionados con el clima, incluida la niebla, ya que está constantemente monitoreando las condiciones en cada terminal de la aerolínea, examinando los patrones del clima y brindando pronósticos en los días, horas e incluso minutos previos a cada salida.
El equipo de planificación de vuelos decide luego si se debe cargar combustible adicional en la aeronave, en caso de que tenga que sobrevolar un aeropuerto con niebla – si las condiciones no mejoran cuando llega- o desviarse hacia otro aeropuerto, si la niebla está intensa.
Con el Wi-Fi a bordo de Qantas, el seguimiento del clima en tiempo real se envía a los pilotos en vuelo a través de sus iPads.
Por razones de seguridad, las aeronaves tienen que tener más distancia en la pista cuando hay visibilidad reducida, por lo que disminuye la velocidad de aterrizaje en comparación con un día despejado.
La niebla en realidad no afecta los despegues de la misma manera, siempre que haya suficiente visibilidad para que puedan llegar a la pista. Es así como en el primer turno de salidas en una mañana nublada tiende a ser puntual. En cambio, es el próximo ciclo de vuelos el que se puede retrasar porque los aviones de entrada no han podido aterrizar.
¿Cómo es que un avión aterrizó con niebla y otro no?
Algunos aviones, como el A380, pueden aterrizar en los principales aeropuertos cuando la visibilidad es inferior a 100 metros y la niebla cubre la pista. Pero los aviones de turbohélice necesitan al menos 800 metros de visibilidad para aterrizar en el mismo aeropuerto y en las mismas condiciones. ¿Por qué la diferencia?
Ello depende del equipamiento de navegación disponible en cada aeropuerto y de la tecnología del avión.
Los aviones más nuevos tienen capacidad de aterrizaje automático. Algunos tienen un Vizualizador de Cabeza Alta (Head Up Dispaly, HUD por su sigla en inglés) en la cabina de vuelo, lo que les brinda a los pilotos acceso a la información necesaria, sin tener que mirar hacia abajo en las pantallas de la cabina de vuelo.
Los aeropuertos más grandes tienen un Sistema de Aterrizaje de Instrumentos (ILS), que es una red de antenas a lo largo del costado y el final de la pista, que proporciona orientación vertical y horizontal para el aterrizaje.
Algunos de los aviones de Qantas tienen GBAS (Sistema de Aumento Basado en Tierra) instalado, lo que les otorga una ventaja adicional cuando llega el mal tiempo. Por ejemplo el Boeing 787 y el Airbus A380 son guiados por GBAS utilizando datos satelitales para aterrizar con mucha precisión, a un metro de la línea del centro de la pista en todo momento.
Por lo tanto, cuando un avión se ve demorado por la niebla, los pasajeros pueden descansar cómodamente sabiendo que las mejoras en la tecnología y un equipo experimentado los llevarán a sus destinos de la manera más rápida y segura posible.