En unos meses, Richard Branson, fundador de Virgin Group, lanzará lo que considera «la mayor empresa Virgin que jamás hayamos levantado». A los 63 años, el emprendedor ya fundó varias compañías que valen miles de millones de dólares, incluida una casa disquera y una empresa de telefonía móvil. Pero lo que más lo emociona en este momento es Virgin Galactic, un emprendimiento de viajes al espacio.
Hace poco, mientras bebía una taza de café en su suite en el hotel Mandarin Oriental en Washington, su mente estaba muy lejos, en el Desierto de Mojave, donde hace poco instó a cientos de futuros astronautas a volar en los viajes iniciales de Virgin Galactic.
En el evento de septiembre estaba presente casi la mitad de las 650 personas que ya han comprado su pasaje para el vuelo aeroespacial de Branson, que podría ocurrir tan pronto como en 2014. (El precio vigente es de US$250.000). Tras nueve años de pruebas, Branson fue a California para mostrar las naves espaciales que se están construyendo y probando.
«Este es el comienzo de una nueva era espacial», dice. «No el final».
De todos modos, admite que hay escepticismo sobre su gran plan de enviar turistas al espacio.
«Hay mucha gente que piensa que me deberían encerrar en un manicomio, pero realmente creo en esto», asegura.
Y debería, ya que tanto él como sus dos hijos adultos serán los primeros pasajeros de Virgin Galactic.
Con su cabello ondeado y canoso, jeans sueltos y una camisa blanca, Branson da una imagen muy distinta a la de los primeros astronautas, que debían pasar un entrenamiento casi militar para ir al espacio. Su objetivo es atraer amateurs.
Luego de un despegue desde Nueva México, cada nave espacial llevará seis pasajeros en un viaje de dos a tres horas a poco más de 100 kilómetros de distancia de la Tierra. A futuro, a Branson le gustaría construir un hotel en el espacio. Allí, los viajeros dormirían sobre bolsas de plástico y mirarían las estrellas mientras orbitan la luna.
«Lo divertido es soñar y preguntarles a los ingenieros: ‘¿Cree que sea posible?'», dice.
Fue Mikhail Gorbachev, el ex presidente de la Unión Soviética, quien inspiró la idea de Virgin Galactic.
«Gorbachev me buscó al comienzo de la perestroika para saber si me gustaría ser el primero en subir en una nave espacial rusa», contó Branson. «Iban a ser dos años de entrenamiento en Rusia y un cheque bastante grande, y pensé que por esa cantidad de dinero convenía más construir nuestra propia nave espacial».
Algunos de los que ya han comprado su boleto para el vuelo espacial comercial «no son para nada ricos y han hipotecado sus casas», dice. «Otros, claro, son ricos». Entre los primeros viajeros están los actores Leonardo Di Caprio y Ashton Kutcher, y el cantante Justin Bieber.
«Ahora tenemos un club de astronautas en espera», sostiene.
Se reúnen con regularidad en lugares que van desde el resort privado de Branson en la caribeña Isla Necker hasta un lindo hotel en Suecia. Algunos se han unido para crear becas para ayudar a estudiantes que quieren seguir una carrera en ciencias, matemática, ingeniería o tecnología. Hasta ahora, la mayoría de los astronautas son de Estados Unidos; el resto proviene de otros 50 países.
Aabar Investments, con sede en Abu Dhabi, invirtió US$380 millones en Virgin Galactic. Branson cree que su participación de casi 40% en la empresa refleja la esperanza de Abu Dhabi de construir un importante puerto espacial en Medio Oriente.
Desde que se cerró el programa espacial de EE.UU., todos los viajes tripulados a la estación espacial internacional han tenido que usar naves rusas. Anteriormente, Moscú coordinó algunos viajes de turismo espacial, cobrando hasta US$30 millones por ellos. En EE.UU., Jeff Bezos, el fundador de Amazon.com, AMZN +1.16% creó la empresa Blue Origin con la idea de ofrecer viajes comerciales al espacio suborbital.
Branson espera que su nave espacial también reduzca el tiempo de viaje entre continentes. Una nave que despegue de Nueva York podría elevarse por encima de la atmósfera y aterrizar en un puerto espacial en Australia en mucho menos tiempo que los aviones actuales, dice. Espera que en 18 meses sus cohetes estén listos para llevar carga así como partes que podrían ser ensambladas para construir hoteles en el espacio. Pero por ahora, afirma, «lo importante es sólo llevar a la gente al espacio el año que viene de una forma segura y cómoda».
La seguridad ha sido uno de los mayores desafíos de Virgin Galactic. En 2007, dos trabajadores de una compañía socia murieron luego de la explosión de un tanque durante una prueba, y tres resultaron seriamente heridos.
Los factores de riesgo también pesan en la mente de potenciales pasajeros, en especial luego del desastre del…