Ryanair acaba de recibir su avión número 380. Todos del mismo modelo, todos del mismo fabricante, todos con 186 asientos, todos para seis tripulantes. Más aviones, más servicios. La pregunta es ¿qué estrategia va a seguir la irlandesa en su expansión? ¿Optará por saturar las líneas rentables o, en su lugar, por atacar nuevos países?
Tras el potente desembarco en Israel, el 2017/2018 parece que será el año de Ucrania, en lo que es, sin duda, una batalla frontal con WizzAir, la aerolínea low cost en el este de Europa, que también presenta unos costes de explotación absolutamente brillantes. En efecto, Ryanair acaba de anunciar que abre cuatro rutas hacia y desde Kiev, la capital ucraniana, y siete hacia y desde Lvov (también conocida como Lviv), al oeste de Ucrania.
En ninguna de estas dos ciudades establece bases, pero el volumen de servicios convierte al país en un objetivo importante. El rival principal es WizzAir, la compañía húngara que tiene el liderazgo en el este de Europa. En Ucrania, vuela a tres aeropuertos. Pero además vuela a Moldavia, Georgia o Moscú, cosa que no hace ninguna otra low cost. El segundo rival, mucho más sencillo de dominar, es la compañía estatal ucraniana, que vive en constante crisis.
Desde Ucrania, Ryanair contectará Kiev con Eindhoven (el aeropuerto del centro de Holanda que la irlandesa usa como su centro de operaciones en este país, al no volar a Amsterdam), Londres Stansted, Manchester y Estocolmo. Las cinco frecuencias invernales de Kiev a Londres indican que la apuesta de Ryanair es decidida y que no está haciendo experimentos.
Lvov es la capital del oeste del país, la zona más pro-europea. Desde allí la compañía también anuncia que volará desde el invierno que viene, a siete destinos: Berlín, Budapest, Munich (o, mejor dicho, Memmingen, que es a Munich lo que Gerona a Barcelona), Wroclaw y las consabidas Londres e Eindhoven…
