Airbus está planeando introducir un nuevo tipo de asiento en la clase Preferente de sus aviones. La misión es tremendamente complicada, al punto de que en su diseño participan nada menos que cinco compañías, durante 18 meses, empleando la tecnología más vanguardista, con un gasto de más de un millón y medio de euros. Sólo para el diseño, no para la fabricación.
Entre los implicados están Williams Advanced Engineering, la compañía propietaria y gestora de la escudería de Fórmula 1 que lleva su nombre, British Airways, JPA Design, SWS Certification y la propia Airbus.
¿Objetivo? Por un lado crear un asiento que sea tan cómodo que justifique pagar la diferencia entre la clase económica y una superior y, por otro, que pese tan poco que permita al avión ahorrar combustible en los vuelos de largo radio. Porque, al fin y al cabo, el consumo está vinculado al peso y el asiento es algo que se lleva siempre, de punta a punta del viaje. Observen: el nuevo Airbus 350 emplea unos asientos que pesan en total cuatro kilos menos que los habituales. Es poco, pero como el avión no para de volar, esos cuatro kilos suponen el ahorro de 942 mil kilogramos de CO2 en un año –que algo les debe importar—y 195 mil dólares en combustible –que seguro que les preocupa mucho más, porque es el coste de uno de los tripulantes…