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Comienza la cuenta atrás para el turismo espacial

Viajar al espacio, apreciar su inmensidad y ver nuestro planeta «desde fuera». Traspasar la atmósfera terrestre para encontrarse con un impactante cielo oscuro bañado de estrellas ya no será privilegio de los astronautas. Una nueva forma de viajar ha llegado para quedarse: la del turismo espacial. Prometen viajes regulares, y lo más importante, no muy costosos. Pero en un futuro lejano. Porque a día de hoy, montarse en una nave (o en un globo) para viajar al espacio, exige una holgada cartera. No han sido solo millonarios anónimos los que han reservado un billete, sino que conocidos rostros como Justin Bieber o Ashton Kutcher serán los próximos futuros astronautas. Así lo anunciaba en su web Richard Branson, el magnate inglés dueño del imperio Virgin y de Virgin Galactic, que oferta viajes suborbitales.

La propuesta de Branson consiste en un vuelo de 110 kilómetros de altura. La nave estrella es la SpaceShipTwo (SS2), que tiene capacidad para 6 pasajeros y dos pilotos. El viaje tendrá una duración de dos horas y media pero el tiempo de llegada al espacio, en el que la nave alcanza los 110 kilómetros, es de menos de un minuto, llegando al espacio a una velocidad supersónica. Una vez allí­, se podrá disfrutar de unos minutos de gravedad cero. El precio de esta odisea es de 190.000 euros con una reserva previa de 15.000 euros.

Una española, Ana Bru, presume de ser la primera mujer española que viajará al espacio como turista espacial. «Estoy muy orgullosa y espero poder ser ejemplo para otras muchas futuras turistas espaciales. Cuando me seleccionaron como ASA (agente espacial acreditado) tuve muy claro que yo también debía reservar mi vuelo con el fin de vivir en primera persona esta experiencia», cuenta Ana, dueña de una agencia de viajes, Bru&Bru, la única agencia acreditada por Virgin Galactic para comercializar en España y Andorra sus vuelos suborbitales. «Esperamos que 2014 sea el año en el que tenga lugar el primer vuelo», comenta Ana. Virgin Galactic ya cuenta con 580 futuros «astronautas» que ya han hecho su reserva. «El perfil es muy heterogéneo y el denominador común es la pasión por el espacio, por vivir una experiencia única e irrepetible. No hay que reunir demasiados requisitos, solo basta con buena salud y forma física.

Tambien en el espacio las empresas intentan hacer propuestas diferenciadas. Lynx, es un proyecto de XCOR Aerospace, al frente de un ex de Intel, Jeff Greason. Ofrece un viaje para una persona (más el piloto) a unos 100 kilómetros de altura durante media hora. El precio del billete es de 95.000 dólares (unos 70.000 euros). Prometen un «excitante vuelo con increíbles vistas y la sensación de ingravidez».

Los programas son muy variados en cuanto a kilómetros ascendidos; tiempo en el espacio; tiempo de gravedad cero; lugares de partida y llegada (que pueden no coincidir aún siendo el mismo viaje) y plataformas de ascenso. En este sentido, a las ya conocidas naves, se añaden otras propuestas, muy novedosas como los globos de helio. Es el caso del proyecto «Bloon» (que tiene el valor añadido de ser marca España) construido por la empresa Zero2infinity de José Mariano López Urdiales. Su propuesta consiste en ascender 36 kilómetros en un globo de helio. «Nosotros ofrecemos 2 horas largas ahí arriba para empaparte de la experiencia», cuenta López Urdiales.
Más barato y ecológico

El viaje dura unas seis horas en total: tres para llegar a la altura, dos arriba y una para bajar. Eso sí, la distancia alcanzada es menor, aunque ese es el menor de los problemas, asegura. «Nos da igual el número; nos importa que vean, que tomen conciencia visual de que vienen de su planeta, y cuando vuelvan, que tengan la misma sensación de un astronauta». Apta para grandes y niños, José Mariano compara su propuesta con una noria y las naves, con las montañas rusas: «Nuestros clientes no lo hacen para demostrar cuán capaces son de hacer algo, simplemente quieren tener una buena experiencia», señala.

El prototipo de Zer2infinity consiste en una cápsula con un globo, «como un donut con ventanas donde van sentados confortablemente». «El globo se va hinchando y alcanza unos 120 metros de diámetro; la cápsula mantiene internamente una temperatura ambiente y a medida que sube, el horizonte se curva, el cielo se oscurece y salen estrellas de día», narra el dueño de Zero2infinity. El globo tiene capacidad para 4 personas y 2 pilotos, y es «más silencioso y menos agitado que un avión».

«Cuando terminas las dos horas, te desplazas unos 200 kilómetros del punto de partida según el viento pero con una trayectoria predeterminada», asegura. La cápsula desciende como si fuera una cápsula espacial: es decir, con paracaídas. «Antes de abrirse el paracaídas los pasajeros estarán en gravedad cero», aclara. La empresa española posee una serie de añadidos que no tienen las otras: menor coste (110.000 euros por persona); menor riesgo y no contaminante. Entre sus clientes, cuentan con españoles y rusos fundamentalmente; más hombres que mujeres y de unos 40 años.

Gracias a Bloon, el turismo espacial (al menos en globo) arrancará en España: «Probablemente partirán de Castilla-La Mancha, Andalucía o Canaria", comenta. «La idea es ir a un sitio donde haya una base de turistas potenciales y España es un sitio idóneo. La meteorología es muy buena, y los costes de nuestra ingeniería espacial son bajos».

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