El fabricante Rolls-Royce es desde luego conocido por sus legendarios (y carísimos) coches, pero también por su división de fabricación de motores para la industria aeroespacial, tanto militar como civil.
La empresa persume de tener 16.000 de estos motores en servicios en aviones militares y otros 13.000 motores en aviones comerciales, un área en el que ahora buscan ir más allá con la creación del Ultrafan, un gigantesco motor de 3,7 metros de diámetro que se plantea como una solución especialmente eficiente para el futuro.
La fibra de carbono como elemento clave
Una de las claves de este gigantesco motor es el uso de palas de fibra de carbono fabricadas por robots: el desarrollo de estos robots ha sido crucial para ese proceso, y de hecho Rolls-Royce lleva cerca de 10 años perfeccionándolos.
El desarrollo de estas palas con este material responde a las necesidades de una industria que está recibiendo grandes presiones para reducir su impacto medioambiental. Según Rolls-Royce en los próximos 20 años se necesitarán 37.000 nuevos aviones más eficientes que nunca para el transporte de viajeros, y la empresa quiere que sus motores sean parte integral de muchas de esas aeronaves.
La fibra de carbono permite un ahorro del peso del motor de un 20%, algo importante a la hora de lograr una mayor eficiencia. Alan Newby, responsable de este desarrollo, explicaba que “hemos avanzado mucho, pero el reto es disociar el crecimiento de las emisiones del crecimiento del tráfico aéreo”…