Suele suceder: Nos enteramos por diversos medios que una aeronave no ha llegado a su destino y está desaparecida. Interesados en estos temas, nos mantenemos pendientes de las noticias; en la mayoría de los casos, no pasan más que unas horas para que comienzan a llegar reportes relacionados con la posibilidad de un accidente, apareciendo las primeras imágenes de los restos la aeronave.
A veces la espera toma varios días, en especial cuando el accidente tuvo lugar en alguna geografía remota o complicada, pero en pocas, muy pocas veces, la espera se prolonga demasiado, tanto como se ha prolongado la asociada al vuelo 370 de Malaysia Airlines (MH) que despegó la noche del 8 de marzo de año 2014 desde Kuala Lumpur, Malasia con destino a Pekín, China.
En el conjunto de esas grandes esperas, de por sí afortunadamente limitado, muy de vez en cuando alguna de ellas puede convertirse en algo que bien podríamos definir como leyenda, es decir, un acontecimiento importante en el que la certeza no es precisamente el principal ingrediente.
¡Certeza! Eso es lo que se carece al hablar del MH370; certeza en cuestiones elementales como la verdadera identidad de quienes volaban en ella, lo que transportaba como carga, sobre su última posición en los radares, los últimos mensajes de sus tripulantes, lo que los centros de control de tránsito aéreo registraron y sobre lo que las autoridades de las diversas naciones involucradas realmente saben de lo que ocurrió con este Boeing 777-200 malayo. Certeza simple y sencillamente sobre el paradero del avión y la suerte de sus ocupantes, así de sencillo.
Al pensar en el MH370 no dejo de recordar la desaparición de la norteamericana Amelia Earhart en el año 1937; y por ende a darle ese carácter cuasi-romántico propio de una leyenda, mas no puedo dejar de pensar que en el MH370 volaban 239 personas entre tripulantes y pasajeros que no pretendían hacer historia aeronáutica como lo pretendía esa valiente aviadora y su navegante, sino simplemente llegar a su destino.
Es por eso que veo al MH370 como una verdadera desgracia que debería avergonzarnos a quienes formamos parte de la aviación civil y preocupar al resto de la humanidad. Y es que me temo que el asunto MH370 trasciende el ámbito de la seguridad operacional y penetra en los nebulosos espacios de la geopolítica y los intereses estratégicos de las grandes potencias militares.
Mantengo lo que he dicho con anterioridad: Cuando una aeronave se estrella en el mar o en alguna lejana geografía, tarde o temprano su huella se deja descubrir, aunque sea tenuemente, más aun tratándose de una aeronave tan grande como la involucrada.
Que nunca se hayan descubierto restos del avión de Earhart en la inmensidad del Pacífico del Sur en los albores de la Segunda Guerra Mundial no me sorprende, pero de ahà a que nada, absolutamente nada del MH370 haya aparecido me parece increÃble y me pone a pensar que no nos han dicho toda la verdad…
Imagen: AP