AEROPUERTOS

La guerra de los slots, columna de Rosario Avilés

Parte del problema de no tener una polí­tica establecida y de largo plazo en materia de transporte aéreo es que cuando surgen los problemas no hay forma de dirimirlos con base en criterios ya establecidos.

Esto queda clarísimo en el caso de los slots del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM), un problema que ha derivado en guerra y que de alguna manera permea a otros ámbitos, como los convenios bilaterales y los planes de expansión de nuestras aerolíneas nacionales.

Cuando en un aeropuerto sobran los espacios (o el espacio-tiempo en plataforma, como se suele definir a un slot), no sólo no existe ningún problema sino que los administradores de los aeropuertos andan buscando aerolíneas que quieran volar a ese destino e incluso se les otorgan tarifas preferenciales y todo tipo de prerrogativas. Así sucedió en algún momento con Toluca, aeropuerto que dio cabida al nacimiento de VOLARIS y de Interjet cuando en el AICM volaban AEROMEXICO, Mexicana, sus filiales y las entonces empresas de nicho como Aviacsa, Aeromar y Aerocalifornia (sin olvidar a Aerolíneas Azteca, la heredera de Taesa).

Esta es la regla en casi todos los aeropuertos mexicanos. Siendo una red muy vasta y con una conectividad que, lejos de estar a la altura de nuestra red de aeropuertos, se ve en la necesidad de recortar horarios e incluso hay muchos que batallan para subsistir. La mayor parte de nuestros aeropuertos daría cualquier cosa por tener suficiente tráfico.

Pero en el AICM confluye más del 35 por ciento de los vuelos en territorio nacional y hace años que está saturado, por eso se ha convertido en la manzana de la discordia pese a que Interjet y VOLARIS juraron que su primera opción, Toluca, era el centro de sus operaciones.

Con la quiebra de Mexicana el asunto se volvió apetitoso para ambas. Incluso. Interjet le compró a Aerocalifornia sus slots una vez que dejó de volar, en una cantidad que entonces se dijo era superior a los 80 millones de dólares.

Ahora, debido a la escasez, los slots vuelven a convertirse en un bien muy apreciado y para obtenerlo se vale hasta noquear a quienes los mantienen en buena lid desde hace más de 25 años, tal como ha sucedido con Aeromar, empresa a la que se ha acusado de todo, de deber dinero (como si ninguna aerolínea debiera dinero al erario), de que sus aviones son lentos en su entrada al AICM (pese a que su capacidad de volar en pistas cortas le permite tomar salidas de alta velocidad que otros equipos no podrían hacer) y ya no más les falta decir que esa aerolínea es la culpable de la crisis del petróleo y el encarecimiento del dólar.

Pero la batalla más interesante está aún por llegar. La Comisión Federal de Competencia Económica -que le ha hecho más perjuicio a la aviación mexicana que todas las crisis juntas- está en trance de emitir su opinión respecto a los slots del AICM, se supone que motu proprio aunque se sabe que detrás están empresas concretas que quisieran dirimir en ese tribunal lo que en los hechos no han podido hacer porque hasta las autoridades de los Estados Unidos las multan porque -ni hablar- la experiencia no se obtiene por el fast track.

En todo caso, esperamos que exista una polí­tica de regulación de slot acorde a criterios internacionales, tal como se firmó en Miami durante la asamblea de la asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA) entre este organismo y la Dirección General de Aeronáutica Civil (DGAC). Tal vez con ello se podrá empezar a gestionar una aviación de grandes ligas.

Lo oí en 123.45: Además, se debe investigar y hacer justicia en el caso de Mexicana de Aviación: anular las irregularidades, castigar a los responsables y resarcirle a los trabajadores su patrimonio.

E-mail: raviles_2@prodigy.net.mx; twitter: @charoaviles

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