El anuncio del Secretario Gerardo Ruiz Esparza el viernes en el sentido de que el gobierno federal conformará un nuevo grupo aeroportuario y privatizará 22 aeropuertos es uno de los pasos más importantes para potenciar las capacidades de conectividad en el país. Los aeropuertos que administra el gobierno han quedado en el rezago.
Piénsese por ejemplo en la Ciudad de Puebla, que tiene más de 1.5 millones de habitantes, pero cuyo Aeropuerto Internacional opera algunos pocos vuelos y recibe medio millón de personas al año. Es un aeropuerto desperdiciado que no tendría por qué funcionar eternamente bajo la sombra del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (ni siquiera del nuevo). Si este aeropuerto poblano entra en el paquete a privatizar, se estaría habilitando una mayor conectividad para mucha gente que vive en Tlaxcala, Veracruz, y el propio estado de Puebla.
Para darnos una idea del desperdicio y urgencia de potenciar las capacidades de un aeropuerto como el de Puebla pensemos en ciudades como Baltimore o Boston. La primera tiene 630 mil habitantes y la segunda 650 mil. Sin embargo, ambas tienen aeropuertos que sirven rutas domésticas e internacionales sumamente importantes a pesar de estar relativamente cerca de "hub" aeroportuarios gigantescos como Washington Dulles o el famoso JFK de Nueva York.
El Secretario Ruiz Esparza fue muy claro el viernes al explicar que el nuevo grupo aeroportuario tendrá que cotizar en la Bolsa Mexicana de Valores y al mismo tiempo contar con un conjunto de inversionistas sólido que no podrá estar relacionado con los actuales grupos aeroportuarios privados (OMA, Asur, y GAP). Esto es también una buena noticia, porque el nuevo grupo nacerá desde el inicio con estándares de gobierno corporativo, transparencia y bursatilidad.
Habrá dos retos en la discusión pública a los que el gobierno tendrá que sobreponerse por el anuncio realizado. El primero es la propia figura de la privatización, que es una palabra "maldita" entre la gente de izquierda. Este anuncio dará carne de cañón a individuos como Andrés Manuel López Obrador, que lo podrá usar en sus spots y declaraciones, justo en los meses previos a la sucesión presidencial.
Por otro lado, no serán pocos los economistas serios y las instituciones financieras que critiquen al gobierno por recurrir a esta forma de allegarse de recursos. Se dirá que el ingreso que se generará no resolverá los problemas de fondo del endeudamiento público…