El turismo espacial es una promesa desde 2009, el año que inicialmente fijó el magnate Richard Branson para iniciar los vuelos espaciales para los bolsillos más acaudalados con la aerolínea Virgin Galactic. Las agencias más lujosas incluían el destino en sus exclusivos catálogos y había lista de espera para subirse en una de las naves espaciales suborbitales.
Nunca se han llegado a comercializar. De hecho, el accidente que protagonizó en noviembre de 2014 el SpaceShip Two del grupo, que explotó en un vuelo de prueba tripulado, ha dejado el proyecto en el aire. La investigación abierta posteriormente demostró que fue un error humano el que propició que la aeronave estallara tras una maniobra, provocando la muerte del copiloto, Michael Alsbury, y heridas graves en el piloto, Pete Siebold.
Proyecto congelado
Era el segundo vuelo de prueba que emprendía Virgin Galactic y demostró, según los expertos del sector, que la tecnología aún está muy verde como para plantear un negocio real.
Branson no ha cancelado formalmente la iniciativa, pero sí que ha pospuesto por enésima vez el inicio de operaciones (la última estimación era empezarlas el pasado febrero) y ha congelado el desarrollo del negocio. Aún quiere llevar a turistas al espacio, pero debe trabajar en los medios técnicos necesarios para poder hacerlo con suficientes garantías de seguridad.
El caso de Zero2infinity
En el plano nacional, un caso parecido es el del grupo Zero2Infinity. Fundado en 2009 por el emprendedor José Mariano López-Urdiales, trabaja en desarrollar un globo que sea capaz de volar por encima del espacio aéreo, a 36 kilómetros de altura, desde Córdoba y Canarias.
La compañía mantiene que ha recibido una gran demanda de interesados, especialmente porque el coste de montarse en alguno de sus globos está por debajo de los 130.000 euros, un precio competitivo si se compara con otras iniciativas en el mismo sentido. El problema es que el primer globo se debería haber fletado en 2014…