Como quería estar lo más preparada posible y que ninguna de sus necesidades me agarrara en jaque empaqué todo lo que pude en mi maleta de mano.
ERROR NÚMERO UNO.
Aunque los límites para líquidos y alimentos que impusieron en los aeropuertos en años recientes no aplican para comida de bebé (incluyendo fórmula, agua, leche materna y papillas) no es recomendable cargar con toda la comida del viaje en el avión. Lleva lo necesario para la duración del vuelo y un poquito más, solo en caso de que el vuelo se retrase o haya alguna emergencia. ¿Por qué? Pues porque los aviones ya son incomodos de por sí, si le agregas un bebé, equipaje de mano y una pañalera repleta la situación se complica al mil.
Elegà un vuelo muy temprano de ida y un vuelo muy tarde de regreso. ACIERTO NÚMERO UNO. Lo ideal es viajar en las horas del día en las que sepas que tu bebé está más tranquilo. No cuentes con que se vaya a dormir todo el vuelo (a menos que lleves a un bebé menor a 3 meses), más bien cuenta con que, dependiendo de su edad, va a querer moverse a todos lados ya que todo le llamará la atención. Lo ideal es que lo dejes explorar dentro de los limites de la cordialidad y el respeto a los demás pasajeros. El Niño estaba necio con que quería pegarle al asiento de adelante, tuvimos que atarlo de manos y pies con nuestras manos cual lechón para evitarlo.
Lo anterior me lleva al siguiente ERROR convertido en un posterior ACIERTO. Compramos los boletos en una de esas súper rebajas del 70% que algunas veces tienen las aerolíneas, esto lo hicimos hace casi un año (antes de saber que El Niño sería un pequeño terrorista). En ese entonces decidimos aprovechar que los menores de 2 años no pagan boleto. ¡Una ganga! Lo que nadie te dice es lo que estás sacrificando por ahorrar dinero. Sin pensarlo dos veces hablamos por teléfono para comprarle su propio lugar de regreso.
Si decides comprarle su propio asiento (ampliamente recomendable) recuerda que por seguridad debe viajar en su silla de coche. No olvides contactar a la aerolínea para preguntarle qué especificaciones debe tener la misma. Nuestra silla de coche estaba aprobada para volar pero no cabía en el asiento. A la aerolínea no le importó, pero estoy segura de que a la chava que iba adelante y que no se podía reclinar no le hizo nada de gracia.
El vuelo de ida fue ligeramente tormentoso. El Niño se echó una de sus famosas mini power naps de 30 minutos al inicio y después decidió investigar todo a su alrededor. El regreso fue todo lo contrario. Al tener su propio asiento teníamos más espacio para maniobrar, pero no fue necesario ya que, como volábamos a la hora en que se duerme, se durmió todo el vuelo en su sillita…