Esta península de Costa Rica es una de las cinco regiones del mundo con un promedio de longevidad mucho mayor al del resto del mundo.
Sabes que estamos en una de las cinco zonas azules del mundo, ¿verdad?, me dijo de pronto Allan Ortega mientras charlábamos mirando el mar en la terraza de un lodge en Nosara, en el noroeste de Costa Rica.
No, la verdad que no lo sabía. ¿Una de las qué?, pregunté, medio desorientado. Y Allan me desasnó: “La península de Nicoya es una de esas cinco regiones del mundo a las que llaman zonas azules, en las que el promedio de longevidad es mucho mayor al del resto del mundo”.
O sea, en zonas como ésta de Nicoya la gente vive más; llegar a los 80 años no es nada raro, y son varios los que superan los 100 y por ahí siguen, lo más campantes, trabajando, montando a caballo y con las mentes de lo más lúcidas.
Además de la península de Nicoya, en Costa Rica, las otras zonas en las que se verifica este fenómeno en el planeta son Cerdeña, en Italia; Icaria, en Grecia; Okinawa, en Japón; y Loma Linda, en California, Estados Unidos.
Allí mismo donde charlábamos mirando el mar, en la provincia costarricense de Guanacaste, se cuentan más de 900 personas que superan los 90, y al menos 42 que cumplieron ya los 100. Y allí se realizó, el año pasado, el foro Encuentro Mundial de Zonas Azules, donde participaron varios protagonistas del fenómeno, e incluso en la apertura ovacionaron al saxofonista Sergio Machado, de 85 años, quien interpretó la canción “Pampa”.
El término “Zonas Azules” fue registrado y divulgado por el explorador, escritor y conferenciante estadounidense Dan Buettner, que escribió varios libros sobre el tema, especialmente para el mercado norteamericano.
Pero lo más interesante es que, aunque se hicieron muchos estudios, ninguno ha demostrado concretamente porqué en estas regiones el promedio de vida es mayor. Aunque sí tiran algunas pistas (anote, de paso, si le interesa vivir más años):
1. Dietas moderadas en calorías: en estas cinco zonas azules se consumen muchas frutas, verduras, granos y legumbres. Pero no como una obligación, con un papelito que detalla las hojas de lechuga “permitidas” en cada comida, sino porque es lo que da la tierra en cada lugar. Sin pesticidas, sin cantidades siderales de azúcar, y poco o casi nada industrializado; se cocina en casa. En tres de las cinco zonas, además, se toma café a diario (ni qué hablar de Costa Rica, donde el café es orgullo nacional). Y sin una “tabla de mandamientos” de prohibiciones estrictas: muchos de los centenarios, al menos en Costa Rica, han sido buenos fumadores y bebedores durante sus largos años.
2. Lazos sociales: en estos sitios la vida familiar y social es común; la gente se conoce entre sí, tiene tiempo para charlar, compartir, no anda corriendo de un lugar a otro todo el tiempo.
3. Proyectos: el famoso “propósito” de vida; o mejor, tener ganas de vivir, de ver la próxima cosecha, de disfrutar del sol que sale cada mañana.
4. Actividad física: pero no en gimnasios, con horarios programados y esfuerzos poco naturales, sino una actividad incorporada en la vida cotidiana, como caminar, trasladarse en bicicleta, trabajar la tierra. Y nada de horas mirando tele en el sillón.
5) Menos estrés: relacionado con todo lo anterior; vida al aire libre, lazos sociales, tiempo disponible, etc…