La ciudadela inca de Machu Picchu, ubicada en la región de Cusco, en el sur de Perú, superará este año el número de visitantes registrado en 2017 (más de un millón 300.000), según las previsiones del director del complejo arqueológico, Fernando Astete. Durante un recorrido por las estructuras de piedra de esta maravilla de la Humanidad, ubicada a 2.490 metros sobre el nivel del mar, el jefe del Parque Arqueológico Nacional de Machu Picchu dijo a Xinhua que cada vez aumenta la demanda de visitantes extranjeros a este sitio. «El año pasado hemos tenido un millón 333.000 visitantes», precisó Astete al hablar sobre el flujo de turistas a este Ãcono incaico, considerado Patrimonio de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco). Astete precisó que durante enero de este año arribaron 132.000 visitantes, y se espera que en febrero pase de los 100.000 turistas, y «con eso vamos a estar en ese ascenso de visitantes a Machu Picchu».
El complejo arqueológico inca, situado en una cima rocosa y rodeada en las mañanas de densas neblinas en esta temporada, cuenta con un grupo de expertos a cargo de su conservación, investigación, custodia y mantenimiento. «Trabajamos aproximadamente 280 personas en todo el ámbito del parque arqueológico, un ‘staff’ de arqueólogos, biólogos, arquitectos, ingenieros, geólogos, conservadores, vigilantes y controladores», detalló.
Debido a que se encuentra en la cima de tres montañas, en la temporada de lluvias, los expertos a cargo del mantenimiento de esta ciudadela inca realizan trabajos de ingeniería hidráulica para garantizar su integridad física ante la filtración de agua. «Pero, para que no suceda esto hemos hecho todo un sistema de drenajes que se complementa con el sistema de drenajes que hicieron en los incas en su época», subrayó.
Explicó que cuando los incas construyeron Machu Picchu, la mayor parte de los recintos contaban con techos, lo cual permitía su protección de las lluvias e impedía la filtración de agua en los suelos. «Había todo un sistema para evacuar las aguas fluviales, pero ahora no existen los techos, hemos tenido que hacer tratamientos de pisos, cabeceras de muro para que el agua no penetre al subsuelo», explicó.
Astete sostuvo además que existe impacto en los suelos por las pisadas de los miles de visitantes que llegan todos los días a sus instalaciones. «SÃ hay, por eso estamos usando las parrillas drenantes (…) con el propósito de evitar que el pisoteo sea transportado en los zapados, es decir la arenilla», anotó. El director de este complejo alertó que si estos caminos al interior de la ciudadela fueran de 1,50 metros de ancho, en una superficie llana, en un año se notaría un desgaste del suelo de 10 a 15 centÃmetros de profundidad.
Astete agregó que el cambio climático provoca lluvias intensas, pero en la época de los incas llovía más porque había más cobertura vegetal en todo el ámbito; entonces, a mayor cobertura vegetal había mayor evaporación, si hay mayor evaporación hay mayor precipitación pluvial. «El propósito de los que estamos trabajando en Machu Picchu es conservar Machu Picchu para no sólo la generación del presente, sino para que los hijos de nuestros hijos tengan también la satisfacción de llegar a un monumento tan importante y tan bello», puntualizó. Al respecto, el director de comunicaciones y sostenibilidad del Grupo AJE (compañía peruana de bebidas), Jorge López, precisó que los constructores incas lograron armonizar sus construcciones monumentales de piedra con el entorno natural.
«Los incas crecieron hasta expandirse 4.000 kilómetros de una manera completamente sostenible, con edificios como éstos y con estructuras como éstas en perfecta armonía con la naturaleza», anotó. El ejecutivo sostuvo que Machu Picchu es uno de los sitios más emblemáticos del mundo, y de las siete maravillas del mundo moderno con justa razón, porque su ubicación armoniza con las altas montañas que la custodian…