Ahora que acaba el verano, Turquía calcula los costos de un año que le ha sido difícil por los ataques terroristas ocurridos en su territorio y su disputa diplomática con Moscú que afectó profundamente al crucial sector turístico del país.
Y precisamente a la mitad de esta estación, el panorama económico se tornó más precario debido a un fallido golpe de estado que dejó más de 270 muertos, la imposición del estado de emergencia y el subsecuente arresto y expulsión de miles de presuntos simpatizantes.
El viceprimer ministro turco Mehmet Simsek reconoció que el fallido golpe de estado del 15 de julio y sus consecuencias han «debilitado» la economía, aun cuando elogió la fortaleza del país ante la adversidad.
El turismo, crucial fuente de divisas para una nación en constante necesidad de ellas para cubrir un enorme déficit de cuenta corriente, ha llevado la peor parte del declive económico.
Eso se debe mayormente a la caída de 89% en las llegadas de turistas rusos como secuela del roce diplomático entre Ankara y Moscú después de que Turquía derribara un avión de guerra ruso el año pasado.
Rusia era el segundo mercado turístico más grande para Turquía. Por ejemplo, unos 4,5 millones de turistas rusos visitaron en 2014 Antalya, la principal ciudad turística de Turquía.
Ahora que muchos rusos están de vacaciones en otros lugares, Turquía podría perder entre 8.000 y 10.000 millones de dólares en ingresos por turismo para fines de año, de acuerdo con Cetin Gurcun, secretario general de la asociación de agencias de viaje de Turquía TURSAB. Ningún tipo de tratos podría llenar ese vacío…