Ante el avance implacable del Covid-19 por todo el orbe, la aerolínea nacional Sky suspendió todas sus operaciones entre el 25 de marzo y el 30 de abril. Poco antes, Latam anunciaba una gran disminución de su tráfico a nivel nacional y en mayor medida a nivel internacional.
Los números son elocuentes: producto del cierre unilateral de varias fronteras en países vecinos y en otros continentes, la caída en los ingresos delas aerolíneas en comparación con 2019 llega al 40% y pone en riesgo a 11.474 puestos de trabajo directos, cifra que se eleva a 47.219 si se consideran los empleos que dependen indirectamente del normal funcionamiento del transporte aéreo, según un informe reciente de la Asociación de Transporte Aéreo Internacional (IATA).
Un ejemplo de esta esta dramática caída de la actividad aeronáutica la exhiben los vuelos cancelados en menos de un mes en el Aeropuerto Internacional Arturo Merino Benítez de Santiago, que pasó de un 5% de vuelos anulados el 9 de marzo (26) a un 83% el 30 de marzo (346).
El principal terminal aéreo de Chile también mantiene una inédita cantidad de aeronaves en tierra, 93 al 31 de marzo, las que se permanecen estacionadas en distintos sectores. Aun así, el Aeropuerto de Santiago dispone de mayor espacio en el caso de que recrudezca la contingencia.
Otro ejemplo para el mismo Aeropuerto lo entrega la reducción en 51% del promedio de vuelos por semana entre inicios de enero y el 30 de marzo de2020, que pasó de 164.375 a 83.941, respectivamente.
Así, según la IATA, las pérdidas por ingresos de las líneas aéreas chilenas para 2020 se calculan en unos US$1.849 millones, la quinta posición detrás de firmas brasileñas, mexicanas, argentinas y colombianas.