En México, los tacos; en India, el curry; en Japón, el sushi. Sea cual sea el rincón del mundo donde te encuentres, una de las grandes alegrías de viajar es descubrir la gastronomía local. No hay nada comparable a saborear los platos locales preparados por aquellos que han crecido aprendiendo las tradiciones culinarias de la zona. ¡Qué mejor manera de disfrutar de los placeres culinarios que en su propio lugar de origen! Y para poder hacerlo, ¡qué mejor manera que viajar en avión!
A menudo, esta experiencia gastronómica comienza en el mismo avión. Muchos vuelos, sobre todo aquellos de larga distancia, incorporan la cocina local de su destino en sus menús a bordo. ¿Vuela a Japón? ¡Pida un bento para ir abriendo el apetito!
Hay muchas ciudades conocidas por su oferta de restaurantes. París es famosa por su alta cocina. ¿Y Madrid?, la ciudad donde se encuentra el restaurante más antiguo del mundo junto a múltiples restaurantes con estrellas Michelin.
Para muchos, sin embargo, el verdadero disfrute de la gastronomía local no está en las estrellas Michelin, sino en la comida callejera. El auténtico foodie puede descubrir también que una auténtica manera de experimentar las delicias culinarias del mundo es subiéndose a un avión.
Oaxaca, en México, se está convirtiendo rápidamente en una referencia culinaria para probar una gran variedad de manjares locales económicos como los moles y el chili con pollo. Por su parte, gran parte de Asia oriental es famosa por su comida rápida, desde el arroz salteado hasta el dim sum, y volar hasta allí es la forma más rápida y económica de sumergirse en una atmósfera llena de aromas y sabores sorprendentes.
Y desde luego, para los verdaderos aventureros, los vuelos de larga distancia significan una oportunidad fácil de comer cosas que nunca se podría imaginar. ¿Qué tal un plato de hákarl (carne curada de tiburón peregrino) en Islandia?, ¿un plato de ojo de atún en Japón? ¿o el conejillo de Indias en Perú? El mundo está a tus pies, ¡es tiempo de disfrutarlo!
