CURIOSIDADES

El presidente, el ‘rockstar’ de los aeropuertos

Son las 10:37 de la mañana y en los grupos de Whatsapp de los empleados de las aerolíneas que operan en la Terminal 1 del Aeropuerto Internacional Ciudad de México comienza a correr el siguiente mensaje ‘El Peje está en la sala 15’.

Con celular en mano, los de chaleco fluorescente, las azafatas de color lila y hasta los pilotos de azul, corren por el pasillo de la terminal aérea hasta la sala en la que no han pasado ni cinco minutos desde que el presidente llegó para abordar un vuelo a Mérida y ya hay al menos cuarenta personas que le piden una selfie.

Hacer fila es una de esas cosas que en México parecen irremediables. Los aeropuertos son esos lugares donde uno hace ‘cola’ hasta tres veces antes de subir a un avión. Quizá por eso los trabajadores de las aerolíneas suspiran de resignación y toman su turno para la foto con el primer presidente mexicano que vuela en comercial.

De mil amores, Andrés Manuel López Obrador deja que se le cuelguen del cuello, que lo bese, le acaricien las canas, que le den apretones de mano y que lo apachurren ante la mirada atónita de rubios extranjeros que, en la misma sala, miran de lejos cómo la gente se arremolina, se empuja y se codea con tal de tocar al tabasqueño.

–‘Who is he?’, pregunta una voz anónima.

–‘The President… of course!’, responde una mexicana que hace unos momentos estaba en el corazón del arremolinamiento y ahora envía triunfante su foto con AMLO en a sus chats de Whats.

López Obrador intenta avanzar hacia los asientos de la sala de espera. Descubre que hay una media de 20 solicitudes de foto por cada paso que intenta. Se rinde y mejor se mantiene de pie. La Ayudantía requiere sin éxito tener un poco de orden, pero la pasión es una de esas cosas que no pide permiso

“¡Siga viendo por los más pobres señor presidente!”, grita un hombre de pants; “¡Ay, yo pensé que no iba a poder tomarme una foto!”, dice una señora con la respiración difícil y una joven consigna “¡Lo apoyamos Obrador, no se rinda!”.

Dentro del avión la gente intenta a volver a la normalidad, pero el primer en romper el pacto de silencio es el piloto que una vez que se ha concentrado en el despegue de la aeronave para 300 pasajeros y vuela a 33 mil pies de altura cuenta una anécdota.

“Señoras y señores les habla el capitán Humberto Berrones… aprovecho para contarles que tengo 25 años de carrera y nunca había experimentado el honor de pilotar la aeronave que traslada al señor Presidente de México… que disfruten el viaje”, dice y Andrés Manuel en alguno de los 200 asientos sonríe agradeciendo el gesto.

Las auxiliares de vuelo esperan a que el presidente se levante para ir al baño. Es la señal para ir hasta la cabina, correr la cortina que divide la zona de la primera clase y esperan a que el tabasqueño salga. López Obrador accede a las fotos necesarias y regresa sonriendo a su asiento…

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