La evolución del transporte aéreo tiene una alta sensibilidad respecto al crecimiento económico, de tal manera que los incrementos de renta generan una progresión mayor en los viajes en avión. Así, en la última década, los usuarios de las aerolíneas han crecido un 5% anual, el doble que el PIB mundial. Esta relación con la renta explica entre el 60% y el 80% del crecimiento del transporte aéreo, el resto es el resultado de las mejoras en el servicio, redes más extensas, nuevas conexiones, aumento de frecuencias, etc. En este entorno los precios juegan un importante papel impulsor ya que no se explicaría el actual auge aéreo sin la baja de los precios de los viajes, que han retrocedido entre un 30% y un 40% respecto a la inflación general en los últimos veinte años.
Esta elevada relación con la renta hace que los países más ricos (Estados Unidos, la UE, Japón, Australia, etc.) concentren el 63% del tráfico aéreo mundial, aunque se han de considerar otros factores como el peso del turismo en Europa y América o el papel de las relaciones comerciales internacionales en estos continentes. Sin embargo, la actual expansión se ha centrado básicamente en las economías emergentes, destacando Asia, el Medio Oriente y Latinoamérica entre las zonas más dinámicas, tendencia que se mantendrá en los próximos años debido al mayor crecimiento de estas economías.
Esta explosión del transporte aéreo ha implicado la creación de nuevos aeropuertos y la ampliación de los ya existentes. Si en los siglos XIX y XX las ciudades pugnaban por tener importantes estaciones de ferrocarril que se convirtieron en iconos arquitectónicos, en el siglo actual son las terminales aeroportuarias las que han asumido este protagonismo y son verdaderos ejemplos de la capacidad económica y tecnológica de un país.
Los aeropuertos generan un importante movimiento de personas muy parecido a los flujos que se dan en las ciudades ya que los aeropuertos vienen a ser como una ciudad en pequeño, con los lógicos problemas de suministro, movilidad y servicios…