Al sureste de Guadalupe y Martinica, un poco al norte de Venezuela, hay una isla llamada Barbados, que es un paraíso turístico, como sucede prácticamente con todas las islas del Caribe. Es de cultura angloparlante y tiene una población que no llega a las 300.000 personas. Es formalmente un país independiente, pero como Canadá o Australia, su reina es Isabel II, que vive en el palacio de Buckingham, en Londres.
¿Por qué es noticia esta pequeña potencia turística? Porque se acaba de introducir el impuesto turístico para quienes visiten la isla. En realidad, hay algo más chocante que esto, la noticia está en que insólitamente, el impuesto se anunció el lunes pasado, para su puesta en marcha este lunes de julio. Y el impuesto será de entre dos y diez euros por noche y por habitación. Esto significa que una familia que estuviera de vacaciones dos semanas ocupando dos habitaciones habría de pagar 250 euros adicionales.
Si esto no fuera suficiente, Barbados introducirá en breve otro impuesto, este para establecimientos de lujo. Y un tercer impuesto, de unos 60 euros por persona, para quienes cojan un vuelo de regreso desde un aeropuerto local a cualquier lugar del mundo.
En realidad, Barbados acaba de dispararse un tiro en el pie, como dicen los ingleses, porque la competencia en el Caribe es muy acusada, incluso entre productos tan refinados como este. Desde Caicos a Antigua, de Jamaica a Bahamas, de Caimán a Barbuda, sin abandonar territorios de habla inglesa, la oferta turística es amplia y sin recargos.
Como si imaginan, el empresariado turístico local está desesperado. Amanda Matthews, directora de Designer Travel indicó a la prensa que "es una vergüenza lo que está ocurriendo. Podría llegar a entender esto si afectara a las nuevas reservas, pero castigar así a quien tenía previsto desde hace un año un viaje es lamentable"…