El 10 de enero despegó el primer vuelo de Equair, la nueva aerolínea de Ecuador, uniendo Quito, Guayaquil y Galápagos, y con el objetivo de consolidarse como un jugador clave en el cabotaje. En dialogo con HOSTELTUR, Gabriela Sommerfeld, la CEO de la empresa, contó en detalle cuáles son los planes, analizó el mercado local y explicó que no buscan quedarse con una parte de la demanda, sino expandirla, a partir de “tarifas racionales” que permitan hacer más accesible el transporte aéreo en el país.
¿Qué sintió en el momento en que debió tomar la decisión de posponer el debut de la compañía, previsto para el 22 de diciembre pasado hasta el 10 de enero por el COVID-19?
– Cuando se tomó la decisión, el único sentimiento que me invadió fue el sentido de responsabilidad. Esta es una industria en la que todo debe cumplirse bajo normativas y como se debe. No se puede improvisar. Y en este caso no era algo técnico, sino una consecuencia del COVID-19, porque estábamos hablando nada menos que de la salud de nuestro personal y de los inspectores de la Dirección General de Aviación Civil (DGAC). No fue difícil tomar la decisión; no había mucho que pensar. Se suspendió por sentido de responsabilidad con la sociedad -se publicó el comunicado inmediatamente-, y también por responsabilidad para con nuestros pasajeros: se contactó a todos; se devolvieron bastantes ventas; y se reubicaron pasajeros a tarifas bastante altas, porque no teníamos todavía convenios de protección de pasajeros. Pero por suerte no hemos tenido clientes que hayan venido a gritar o digan que se les debe. La compañía respondió en dos días al 100% de los afectados.
¿Y qué ocurrió al momento de ver despegar el tan esperado primer vuelo?
– Fue un momento muy bonito, con un sentimiento de nacionalismo. Se estaba iniciando un nuevo proyecto ecuatoriano importante, que viene a acompañar un proyecto de desarrollo productivo y económico del Estado ecuatoriano. Personalmente, es grato regresar a la aviación, en el sentido de que otra vez puse en vuelo, pintando los cielos de colores y de esperanzas. ¿Por qué? Porque había muy poca oferta de sillas, lo que hacía que la alta demanda eleve mucho los precios, de modo que hemos entrado a poner suficientes sillas para estimular la demanda a través de precios que se van a ir racionalizando. Esto va a ayudar a todo el aparato productivo.
Es lógico pensar que cualquier compañía que abre en Ecuador piense primero que nada en poner un vuelo a Miami. ¿Por qué decidieron apostar a Ecuador y a la ruta doméstica de mayor oferta, que es Quito/Guayaquil?
– Uno tiene que ir “piano, piano”. A la aviación hay que desarrollarla muy despacito y con los pies muy en la tierra. La mayor necesidad del mercado estaba aquí, en las rutas internas, en Quito/Guayaquil o en la ruta a Galápagos. En 2019 o incluso antes de que empezáramos a volar, las ocupaciones estaban en torno al 95%, y algunos meses fue de casi el 100%. En cambio, en las rutas a EEUU, en esta pospandemia hay más conectividad que en la prepandemia, así que está muy bien servida por aerolíneas estadounidenses y regionales, por lo cual no se necesitan sillas en este momento. Pero, además, poner un vuelo a Miami está perfecto para tres meses, pero después me tengo que sentar a ver qué sucedió y qué hice. Nosotros queremos que el negocio sea sostenible en el tiempo. La sostenibilidad nos da la racionalidad con la que desarrollamos el negocio…