Voceros del sector de la aviación coinciden en que el panorama para las aerolíneas latinoamericanas en el 2018 ha sido positivo, y que gracias a este comportamiento, al finalizar el año, se habrá alcanzado la proyección hecha por la Asociación Internacional del Transporte Aéreo (IATA), de facturar ingresos por US$900 millones.
No obstante, el panorama parece ser más complejo, al tener en cuenta el aumento en el precio del combustible y del dólar, dos factores ante los cuales las empresas deben buscar estrategias para evitar que los costos de operación suban sustancialmente, pues de la mano de este incremento, crece el precio de los tiquetes.
Por esta razón, Peter Cerdá, vicepresidente regional para las Américas de la IATA, manifiesta que se requiere mayor flexibilidad de los gobiernos en las regulaciones del sector aéreo.
“Este año las aerolíneas latinoamericanas ganarán US$900 millones, lo cual representa un aumento frente al 2017, cuando la cifra fue de US$400 millones. Sin embargo, las compañías nortemericanas, por ejemplo, van a ganar US$14.000 millones. Esa diferencia demuestra lo difícil que es este negocio en esta parte del continente”, señaló Cerdá, en diálogo con Portafolio.
La clase de flexibilidad que el funcionario señala es en el marco comercial, pues considera que en muchos países de la región, incluyendo Colombia, la reglamentación relacionada es anticuada.
“Si se permite, por ejemplo, que un usuario cancele su vuelo 48 horas antes, eso pone a la aerolínea en una situación muy difícil para recuperarse, hacer la devolución del dinero y vender ese boleto. Cuando en otros lugares no es así”, indicó Cerdá. En Colombia, de hecho, una persona puede desistir del viaje hasta 24 horas antes del inicio del vuelo, y por Ley, exceptuando con los tiquetes promocionales, la compañía debe devolverle el dinero.
En esta transacción, la empresa solo puede retener el 10% del valor del tiquete, excluyendo tasas, impuestos y tarifa administrativa, y debe consignar el resto del dinero al usuario entre 5 y 30 días hábiles, dependiendo del método de pago usado.
Este tipo de situaciones, según Cerdá, afecta a las aerolíneas, las cuales además deben pagar diferentes tipo de penalizaciones por incumplimientos, como por ejemplo retraso en los vuelos, lo cual puede derivarse de diversos factores que no siempre son responsabilidad de las empresas.
“La industria entiende que tenemos responsabilidades con los consumidores, pero hay factores exteriores que están fuera de nuestro control y somos perjudicados. Por ejemplo, si no pudiéramos ponerle penalizaciones a los tiquetes baratos, esto incrementaría los precios en general”, opinó Cerdá.
Además, “si a eso le sumamos las cargas impositivas que se deben pagar, que sabemos que son altas en la región, y la subida en el precio del combustible, la conclusión es que necesitamos mayor flexibilidad, para poder ofrecer precios cómodos y ampliar la cobertura y las frecuencias, como se espera”, agregó.
Según el registro de la Aeronáutica Civil, en el primer semestre del año las compañías aéreas pagaron más de $53.000 millones en compensaciones y se impusieron sanciones por un valor de $3.970 millones, tendencia que de continuar así, sobrepasaría significativamente a la de todo el 2017, que fue de $5.994 millones…