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La normativa de EEUU sobre compensación a los pasajeros incrementará los costes, pero no solucionará los retrasos

La Asociación de Transporte Aéreo Internacional (IATA, por sus siglas en inglés) ha criticado la decisión del Departamento de Transporte de EE.UU. (DOT, por sus siglas en inglés) y de la Administración Biden por su repercusión negativa en el coste de los viajes aéreos al obligar a las aerolíneas a indemnizar a los pasajeros por los retrasos y cancelaciones de sus vuelos, que se sumaría a su actual política de compensación. Según se anunció, la normativa entrará en vigor a finales de este año. El panel de información para pasajeros afectados por retrasos y cancelaciones de vuelos del DOT revela que las 10 aerolíneas más importantes de Estados Unidos ya ofrecen comidas o cheques a sus clientes en caso de retrasos prolongados, y nueve de ellas proporcionan además alojamiento en hotel si se produce una cancelación por la noche.

“Las aerolíneas se esfuerzan por llevar a sus pasajeros a su destino a tiempo, y hacen todo lo posible por mitigar el impacto de los retrasos. Las compañías aéreas ya cuentan con incentivos económicos para que sus pasajeros lleguen a su destino según lo previsto. La gestión de los retrasos y las cancelaciones supone un coste muy elevado para las aerolíneas. Y los pasajeros podrían irse a otras compañías si no están satisfechos con la calidad del servicio. Esta normativa no supondrá un nuevo incentivo, sino un gasto más que las aerolíneas tendrán que recuperar, por lo que es de esperar que el precio de los vuelos aumente», declaró Willie Walsh, director general de IATA.

Además, la normativa podría crear expectativas poco realistas entre los viajeros, que no verán cumplirse. La mayoría de las situaciones no estarán cubiertas por este reglamento, como aquellas determinadas por factores meteorológicos, responsables de la mayor parte de los retrasos y cancelaciones de vuelos; o la escasez de controladores aéreos, que también jugó un papel importante en los retrasos del año pasado, y volverá a ser un problema en 2023, como ha reconocido la Administración Federal de Aviación (FAA, por sus siglas en inglés) al pedir a las aerolíneas que reduzcan la frecuencia de vuelos al área metropolitana de Nueva York. El cierre de pistas y las averías de los equipos se suman a esta lista de factores, sin olvidar los problemas en las cadenas de suministro en los sectores de fabricación y asistencia de aeronaves, que están provocando retrasos en la entrega de los aviones y escasez de piezas, algo en lo que las aerolíneas tienen poco o ningún control, pero que repercute en la fiabilidad.

Si bien el Departamento de Transporte especifica que las aerolíneas sólo serán responsables de los retrasos y cancelaciones imputables a la propia compañía, los efectos de las condiciones meteorológicas adversas, o derivados de otros problemas, pueden prolongarse durante días o incluso semanas, lo que puede dificultar o imposibilitar el aislamiento de un único factor causal.

Además, la experiencia demuestra que este tipo de regulaciones de carácter sancionador no reduce los retrasos ni las cancelaciones de vuelos. Un examen exhaustivo del reglamento de la Unión Europea sobre los derechos de los pasajeros —EU261—, publicado en 2020 por la Comisión Europea[i], pone de manifiesto el efecto contrario. Las cancelaciones en general casi se duplicaron, pasando de 67.000 en 2011 a 131.700 en 2018. El mismo resultado se produjo con los retrasos de vuelos, que aumentaron de 60.762 a 109.396. Si bien la proporción de los retrasos atribuibles a las aerolíneas respecto al total se redujo, el informe atribuye ese fenómeno al aumento de los retrasos catalogados como extraordinarios —como por ejemplo los producidos por el control del tráfico aéreo.

«La aviación es una actividad muy compleja en la que intervienen diversos agentes, cada uno de los cuales desempeña un papel vital para garantizar el buen funcionamiento del sistema del transporte aéreo. En lugar de señalar a las aerolíneas, como sin duda lo hace esta iniciativa, la Administración Biden debería trabajar para garantizar una FAA totalmente financiada, una plantilla completa de controladores y la finalización del programa de modernización del control del tráfico aéreo NextGen de la FAA, que lleva décadas de retraso», declaró Walsh.

 

[i] Estudio sobre el nivel actual de protección de los pasajeros en la UE, informe definitivo

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