La tragedia del Airbus A-320 de Germanwings que se estrellaba este martes por la mañana en los Alpes ha vuelto a poner en primer plano la cuestión de la seguridad en nuestros cielos. Desde que se conoció la noticia, las redes sociales comenzaron a llenarse de comentarios, casi podría decirse que a favor y en contra de esta aerolínea y de las llamadas compañías de bajo coste. Evidentemente, con tan poco tiempo y sin que los equipos de rescate hayan llegado al aparato, es imposible decir nada sobre este accidente.
Nadie puede saber todavía (primera hora de la tarde del martes) si estamos ante un fallo mecánico, un problema derivado de las condiciones meteorológicas o un error humano. Nada puede decirse con un mínimo de rigor sobre este caso. Si acaso, los únicos datos que pueden darse son las estadísticas generales sobre accidentes y trayectos aéreos. Y, en este sentido, las cifras son concluyentes: la seguridad de los aviones está en el mejor momento de la historia. En las próximas semanas llegará el momento de conocer qué ha pasado en este suceso.
No es fácil encontrar unos datos homogéneos a nivel mundial sobre accidentes aéreos. Hay organismos que recogen todo tipo de incidentes y aeronaves, otros que se centran sólo en las grandes aerolíneas (las pertenecientes a la IATA) o en los llamados vuelos comerciales. Pero, en cualquier caso, lo que sí puede apuntarse es que se elija la estadística que se elija, las conclusiones son parecidas: tanto el número de accidentes como de muertos se ha desplomado en las últimas décadas.
En las cifras oficiales, tampoco se desglosa por aerolíneas de bajo coste frente a tradicionales, entre otras cosas porque no siempre la separación entre ambas es fácil de establecer. Pero sí se puede apuntar que el incremento de este tipo de compañías en los últimos quince años no se ha traducido en una subida (más bien todo lo contrario) en los incidentes.
Hay muchas razones para esta mejoría, desde la tecnología a los controles. Además, hay que recordar que también el propio interés de las empresas empuja en esta dirección. Incluso para aquellos que creen que estas corporaciones son insensibles a cualquier otra cosa que no sea su cuenta de pérdidas y ganancias, debería ser evidente que lo que menos le conviene a una aerolínea es un accidente.
No hay más que ver cómo Malaysia Airlines perdió hasta un 33% de sus reservas tras los accidentes de 2014 (incluso aunque uno de ellos fue un acto de guerra) o las caídas en Bolsa de todo el sector que se producían este martes. Por todo ello, parece que resulta apresurado (cuando no directamente irresponsable o hipócrita) señalar al capitalismo o a las nuevas oportunidades de negocio por un accidente como éste.
Las cifras
Lo primero que hay que decir es que tanto las horas de vuelo como el número de salidas han registrado un crecimiento constante en las últimas dos décadas. Apenas se sufrió un pequeño bache tras los atentados contra las Torres Gemelas de septiembre de 2001. De hecho, ni siquiera la crisis ha podido detener la tendencia…