Cuando los responsables de Norwegian empezaron a analizar los datos potenciales de Argentina, la conclusión fue muy clara: es imposible que salga mal. Un negocio seguro.
Un país enorme, con 5.000 kilómetros de norte a sur, con 40 millones de habitantes y una clase media-alta con capacidad económica y pasión por viajar, con enorme atractivo turístico entre Buenos Aires, una de las ciudades más bellas de América, y los 33 parques nacionales que jalonan el país con maravillas únicas como el glaciar Perito Moreno.
Así que la compañía noruega que está arrasando en Europa con sus vuelos bajo costo y supone una amenaza seria para Ryanair decidió apostar por Argentina. La llegada el jueves de su primer vuelo, el Londres-Buenos Aires, que se vende por unos 800 dólares, marca la apertura definitiva de los bajo costo en Argentina, después de que la filial de Iberia Level empezara a ofrecer vuelos a Barcelona también por poco más de 800 dólares. En los vuelos internos las cosas van más lentas, pero también están arrancando y Norwegian será la gran protagonista.
En el sector, sin embargo, se toman con mucha cautela el optimismo generalizado que ha desatado este vuelo inaugural y que se vivió en la embajada británica en Buenos Aires, donde se celebró la llegada del primer avión rojo (el color de la bandera noruega). Las cosas en Argentina no son fáciles y el aeronáutico es uno de los sectores más cerrados del país, lo que ha provocado que para muchos argentinos sea más barato viajar fuera que dentro de su nación, donde Aerolíneas Argentinas tenían hasta ahora prácticamente un monopolio. Todo el que puede se va a Uruguay, Chile, Brasil, Estados Unidos o incluso Europa y sostiene que sus vacaciones le salieron más baratas que en la costa argentina.
Los datos son elocuentes. En 2017 salieron 4,5 millones de argentinos residentes a visitar otros países y entraron 2,6 millones de no residentes a hacer turismo. Esto es, salieron el doble de los que entraron, algo difícil de explicar en un país con una enorme potencialidad turística. Los altos precios de Argentina, derivados de la inflación más alta de América después de Venezuela, y los vuelos costosos (viajar a un destino en la Patagonia puede costar más de 400 dólares por persona en los aeropuertos a los que solo vuelan aerolíneas argentinas, que son la mayoría) explican este fracaso de los argentinos para atraer turistas. Mark Kent, embajador del Reino Unido, explicó que cada año viajan 150.000 argentinos a su país frente a los 100.000 británicos que visitan la tierra de Borges.
La llegada de Norwegian, una aventura que empezó por un argentino afincado en Noruega, Ricardo Clarke, que convenció a todas las partes implicadas, ha desatado un enorme entusiasmo. La compañía noruega asegura que si todo va bien, puede llegar a invertir 4.300 millones de dólares para ser la protagonista de los cielos argentinos…