En plena pandemia, exministro y exsecretario de Turismo de la Argentina, Gustavo Santos, presentó su libro “El después: turismo y humanidad”, de la mano del francés Michel Durrieu, en el que analizan el impacto del COVID-19 en la industria de los viajes y cómo será de ahora en más. En una videoentrevista con HOSTELTUR, el argentino afirmó que los Estados deberán salvar a las aerolíneas para asegurar su conectividad y, en ese contexto, sostuvo que el Gobierno argentino debió hacer escuchado y ayudado a Latam para evitar su salida del cabotaje.
Durante sus cuatro años de gestión al frente del Ministerio de Turismo de la Argentina (luego degradado a Secretaría), Gustavo Santos repitió en cada estrado y en cada nota que pudo la frase “conectividad o muerte”, que exacerbaba la necesidad del país y de América Latina de desarrollar sólidas mallas de vuelos que acortaran las enormes distancias que separan a los principales destinos turísticos de la región.
Pero el COVID-19 plantea el distópico escenario de los aviones en tierra alrededor de todo el planeta. “Nadie estaba preparado para esto”, explica, pero aún así ratifica su postura: “Tenemos que seguir siendo defensores y multiplicadores de la conectividad”.
En una videoentrevista exclusiva con HOSTELTUR, Santos contó detalles de su libro “El después: turismo y conectividad”, que escribió en plena pandemia junto al francés Michel Durrieu, y analizó el presente y el futuro de la conectividad aérea, signada por el coronavirus y su impacto global.
Y es que, de acuerdo a su visión (y la expresada en el libro) la crisis del COVID-19 ha sido global pero, sin embargo, las respuestas no lo han sido, sino que se tomaron aisladamente por parte de los Gobiernos nacionales, e incluso en algunos casos, provinciales y municipales. Pero su postura es la inversa, y cree que la salida se logra mediante la integración.
“Sigo soñando con una potente integración de Sudamérica como marca. El 65% del turismo internacional de los países de América del Sur, proviene de la propia región. Por eso tenemos que ser capaces de tender una enorme red entre nosotros, para crear las condiciones para ser clientes de nosotros mismos. Y luego, a partir de allí, trabajar juntos para captar terceros mercados”, propuso.
Por eso, sostuvo que lamentó mucho el anuncio de la salida de Latam del cabotaje argentino, así como la partida de Norwegian, que le vendió su operación a JetSmart y abandonó el país. Pero también reconoció que la conectividad no volverá a ser la misma luego del coronavirus. “Va a volver dañada, disminuida, se van a perder rutas y vamos a tener problemas en los flujos turísticos del mundo entero; la recuperación será paulatina, y de lo más cercano a lo más lejano”, reconoció.
Más allá del impacto en la oferta, Santos también consideró que la demanda cambiará, y en ese aspecto señaló que las encuestas indican que prácticamente la mitad de los turistas no viajará hasta seis meses después del fin de su cuarentena, en un mundo que ahora estará dividido en dos tipos de pasajeros: una mitad que se mantendrá en pánico; y la otra que espera ansiosa el mismo instante en que se levanten las restricciones para salir de viaje.
Pero, ¿son permanentes estos cambios? ¿Existe algo como la llamada “nueva normalidad”? Santos afirma que hay dos posturas. Por un lado, están quienes creen que se trata de un fenómeno temporal, con fecha de caducidad en el instante en que esté disponible la vacuna; y, por otro, quienes se remiten a la experiencia de septiembre de 2001, que cambió para siempre la historia de los viajes en materia de seguridad.
De lo que sí está seguro es de que lo que llegó a su fin es el modelo de democratización de los viajes a partir de la reducción de los precios y la facilitación. “Eso no va a existir más y, además, todos vamos a ser más pobres ahora”, afirmó, aunque anticipa que la fuerte caída de la demanda generará fuertes promociones y descuentos, al menos en una primera etapa.
Finalmente, enfatizó que los Estados deberán encontrar caminos para salvar a las compañías aéreas. Como ejemplos positivos, citó los casos de Estados Unidos y Alemania, que lo hicieron con esquemas diferentes. Como negativo, el de Argentina, con el caso Latam…