En los últimos 5 años se ha despertado la euforia de la movilidad eléctrica. Son ya bastantes los modelos de coches, autobuses y trenes que funcionan en su totalidad con energía eléctrica, pero hay un método de transporte donde no hemos oído ningún tipo de innovación o cambio con respecto a su propulsión: el sector de la aeronáutica. Los aviones actuales están propulsados por queroseno, mientras que los cohetes de SpaceX utilizan metano y oxígeno líquidos.
Un conocido diseñador de baterías llamado Luke Workman ha creado un diseño de una batería que podría perfectamente ser utilizada para propulsar aviones. El principal problema que tienen las baterías previas para propulsar aviones es que, a pesar de que son muy eficientes en el aire, las baterías pesan mucho en relación con la energía que aportan.
Usando las alas para reducir peso
El 35% del peso de la batería son capas de aluminio y cobre que se encargan de que la energía salga y entra de la célula, con lo cual no son un material dedicado al almacenamiento de la energía, y esa es la parte en la que ha centrado Luke Workman su solución. Ésta pasaría por utilizar las alas del propio avión como una especie de batería gigante. De esta manera, se consigue que la batería pese mucho menos, y se puede refrigerar de manera mucho más sencila que si fueran dentro de la aeronave…