Con los datos en la mano, no cabe duda de que el avión es el medio de transporte más seguro. Aun así, un sudor frío invade a muchas personas cuando toman asiento, se abrochan los cinturones y el sonido de las turbinas anuncia el despegue inminente del aparato metálico en cuyo interior pasarán unas cuantas horas. La aerofobia no es baladí: hay quien sufre auténticos ataques de ansiedad con cada turbulencia, e incluso quien no puede ni poner un pie en la cabina.
No es de extrañar que los aviones hayan sido el escenario de cientos de películas de acción o de terror, pues en muchos casos provocan la angustia que persiguen este tipo de historias. Aunque las posibilidades de sufrir un accidente en pleno vuelo son muy remotas, dejar la propia vida en manos de otra persona no es plato de buen gusto para nadie. Es una realidad: los accidentes aéreos son pocos, pero es difícil concebir la posibilidad de sobrevivir a la catástrofe en caso de que ocurra.
En circunstancias habituales, los aviones tienen un gran nivel de redundancia, es decir, que si alguna de sus tecnologías falla, hay, por lo menos, otra que asume su función. Por ejemplo, un Airbus A320 cuenta con cinco computadoras de vuelo encargadas de transmitir las señales de los mandos de los pilotos a las superficies de control y basta con que funcione una de todas ellas. De la misma manera, la aeronave incluye tres generadores eléctricos —cada uno con capacidad de abastecer toda la red necesaria— y es capaz de volar con un motor inoperativo.
Tal vez por ello la mayoría de los accidentes de avión no sean mortales y, seguramente por la misma razón, la causa de los incidentes habituales sean las menos pensadas.
Un café sobre los mandos
Un buen ejemplo de imprevisto se dio a conocer el pasado mes de septiembre tras un informe de la Subdivisión de Investigación de Accidentes Aéreos (AAIB) que recoge la ‘BBC’. Un vuelo de Condor Airlines, operado por Thomas Cook, tuvo que desviarse al Atlántico y aterrizar en Irlanda después de que el piloto derramara café sobre el panel de control. En el avión, que había partido de Frankfurt (Alemania) y se dirigía a Cancún (México) viajaban un total de 337 personas.
El informe explica que el piloto principal estaba orientando al copiloto sobre el Océano Atlántico cuando se sirvió café. Según la AAIB, la bebida se sirvió en un vaso sin tapa, algo normal por la compañía que operaba el vuelo. El piloto dejó su café en la bandeja sobre la mesa, pero la taza se volcó. El líquido cayó sobre el ordenador portátil del comandante, pero una pequeña cantidad se derramó sobre el panel de control principal. Tanto el ACP1 como el ACP2 del copiloto comenzaron a calentarse y provocaron que se fundiera uno de sus botones. Después fallaron varios paneles, generando problemas en los sistemas de comunicación.
Tanto el panel del piloto como el del copiloto comenzaron a calentarse y provocaron que se fundiera uno de sus botones
Los pilotos decidieron entonces cambiar su ruta y desviar el avión a Shannon, en Irlanda, para hacer un aterrizaje de emergencia. El aeropuerto irlandés llevó a cabo el procedimiento habitual y el avión pudo tomar tierra con todos sus pasajeros a salvo y sin heridos. De acuerdo al documento de la AAIB, a partir de ese momento el operador decidió cambiar su protocolo para garantizar que todos los vasos y tazas que se sirvan a los tripulantes de cabina estén contenidos en un recipiente adecuado.
Una confusión recurrente
A juzgar por la cantidad de precedentes, podría decirse que intentar abrir las puertas del avión en pleno vuelo no es una circunstancia tan rara. Una de las últimas veces que sucedió fue el pasado mes de junio, cuando una pasajera novata se equivocó al buscar el baño. El percance sucedió en un vuelo que iba desde Manchester (Reino Unido) a Islamabad (Pakistán) y provocó retrasos de más de siete horas a la aerolínea. «El tobogán de salida se desplegó automáticamente», justificaba entonces la empresa.
En marzo de 2016, otra pasajera despistada cometió el mismo error. Los afectados en esa ocasión fueron aquellos que volaban con la aerolínea China Southern Airlines y a la culpable se le retiró el pasaporte y la tarjeta de embarque. En septiembre del año pasado, un chico de 20 años trató de llevar a cabo el mismo procedimiento en medio del trayecto, en un avión que viajaba desde Nueva Delhi en la India, mientras que el pasado mes de mayo un viajero chino fue arrestado y detenido en la provincia de Shandong al intentar abrir la puerta de emergencia para no tener que esperar la cola de desembarque.
Un carro fuera de control
El accidente que no fue pero que pudo ser. Un carro que cargaba el catering de una aerolínea en el aeropuerto internacional O’Hare de Chicago se descontroló y estuvo a punto de estrellarse contra el morro de un avión tras comenzar a dar vueltas a toda velocidad. En un vídeo compartido el pasado lunes por el director ejecutivo de la Asoación Estadounidense de Osteopatía se puede apreciar cómo el vehículo gira y derrama todos los artículos de su interior mientras los operarios del aeropuerto se ven incapaces de detenerlo.
Finalmente, uno de ellos le embiste con otro vehículo y consigue que vuelque. «Los informes preliminares indican que el acelerador se atascó y causó que el carrito de catering catering perdiera el control», indica en un comunicado la compañía responsable, American Airlines, que destaca «la rápida acción del miembro de nuestro equipo que detuvo el aparato». Ninguna persona resultó herida tras el incidente, que únicamente causó un leve retraso del vuelo…