INDUSTRIA AERONÁUTICA

SITA y la “nueva normalidad” en la aviación: economía, seguridad y sostenibilidad

Con una caída del tráfico aéreo de pasajeros sin precedentes en un 80% entre enero y abril de este año, además de un descenso de 2,7 millones de maletas procesadas a sólo 35 mil en nueve semanas, SITA señala en el documento “la nueva normalidad” que la crisis que provoca el COVID-19 no será fácil de recuperar. Los acontecimientos en las últimas semanas demuestran que el escenario es mucho más complejo de lo que se preveía en un comienzo, por las dificultades para predecir el futuro más inmediato.

En su exposición ante la industria, Bárbara Dalibrand, CEO de SITA, comenta que la pandemia del COVID-19 es ante todo una crisis humana por tener un “impacto devastador” en la vida de muchas personas y que será duradero en todo el mundo. Con el tráfico aéreo evaluando oportunidades para iniciar una muy lenta recuperación, manifiesta que el escenario de la “nueva normalidad” en los viajes aéreos estará marcado por la economía, la seguridad y la sostenibilidad.

Al colocar el tema económico en primer lugar responde a la necesidad de atender los desafíos altamente adversos que tienen las compañías aéreas, por las implicancias financieras para tener liquidez para la operación y todos los aspectos económicos asociados. Sin ellos, no es posible concebir la implementación de nuevas medidas. “Estará muy presente el tema costo-eficiencia y cómo hacer más por menos”, menciona.

En segundo lugar, está todo lo relacionado con la seguridad, entendiéndose dentro de este concepto la seguridad operacional (safety) y las políticas de seguridad física (security), dentro del cual se incorpora también todo lo relacionado a la bioseguridad. Como en las dos últimas décadas el tema de seguridad estuvo dedicado a proteger a los usuarios de eventuales atentados terroristas, la pandemia impone el concepto de la salud como requisito de viaje.

“Los Gobiernos solicitarán nuevas medidas”, dice Dalibrand en un intento por establecer un paralelo con la crisis del 11 de septiembre 2001 que fue la última vez que se cambia drásticamente el modo de viajar. “Esta crisis también dará forma a la industria del transporte aéreo en los próximos años. Ya no podemos considerar volver a un funcionamiento normal entorno para nuestra industria, sino más bien uno que se convertirá una “nueva normalidad”.

Finalmente, está el tema de la sostenibilidad. La aviación será sometida a nuevas presiones en términos regulatorios a favor de una operación más sostenible. Si bien no es mencionado, un ejemplo de ello puede ser los pedidos en Francia y Holanda para imponer a las líneas aéreas condiciones, tal como ocurre con el caso Air France – KLM Group para obtener créditos y ayudas estatales. “Estamos felices de ayudarte –dice el Gobierno- a cambio de que seas más sustentable”, comenta la CEO de SITA.

En ese sentido, SITA se pregunta también que exista un cambio en la tendencia de los viajes de ocio y corporativos, especialmente cuando las empresas en su necesidad de reducir costos cambien las necesidades de viaje de clientes y empleados para reemplazarlos por video conferencias, por ejemplo. Un planteamiento sugiere que algunos pasajeros más preocupados por el tema de la ecología podrían optar por otros medios de transportes en lugar del avión para tramos de corta distancia como es el caso del tren en Europa.

Dalibrand suma un punto a las tres tendencias mencionadas: el impacto geopolítico. “Esta crisis puede revivir el proteccionismo”, sentencia al referirse a la acción de Gobiernos cuando cierran las fronteras o imponen restricciones. A corto plazo, este escenario puede convertirse en un impedimento para continuar avanzando.

En la nueva normalidad, SITA visualiza oportunidades para reducir la brecha y colocar a la tecnología como elemento clave de ayuda para enfrentar las nuevas amenazas, en este caso, la sanitaria. Con el discurso del distanciamiento social, la automatización toma un rol protagónico facilitando los procesos y tránsitos en los aeropuertos con una mejor experiencia más personalizada y sin la necesidad de tener a un agente a cargo de acciones que la propia persona puede realizar. Lo mismo ocurre con los controles biométricos para los controles aeroportuarios. A esto se agrega, toda la tecnología de trabajo remoto en distintas aéreas, incluso más complejas como puede ser la coordinación de las actividades en rampa.

Como punto central aparece la necesidad de contar con una efectiva cooperación público-privada para implementar toda una cadena de soluciones tecnológicas a corto plazo. Se necesitan de confianzas mutuas entre los Gobiernos, los servicios de seguridad, las empresas, proveedores de la industria y los usuarios. Todos deben ceder algo hacia el otro. Sin embargo, la realidad geopolítica del mundo impone escenarios desiguales, especialmente cuando cobran relevancia las fuerzas políticas proteccionistas. “Esta es una industria que necesita y obliga a la colaboración”, puntualiza Bárbara Dalibrand…

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