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En los aviones del futuro los pasajeros se sentirán en una isla tropical

Durante el boom de la aviación comercial a finales de los años 40, subirse a un avión de la Pan-Am equivalía a adentrarse en un hotel de cinco estrellas y entregarse a una aventura de comodidades y emociones fuertes. Aquel recuerdo ha sido borrado abruptamente con el advenimiento del concepto de «bajo coste» de RyanAir o la llamada «generación Easy Jet». Mientras las antiguas compañías de bandera intentan mantener sus atributos de calidad y servicio orientando su negocio a captar al viajero «business», la democratización del cielo ha convertido aquel confort en tormento -físico, sonoro, tecnológico y psicológico- a medida que los precios se abarataban para la clase turista. Pero, ahora, la industria cree que las tecnologías de realidad virtual pueden devolver parte del glamour perdido a la experiencia de viajar en avión.

Un equipo de especialistas de las universidades de Nottingham en Reino Unido, Weimar en Alemania y la Universitat de Barcelona ha desarrollado en Stuttgart un prototipo de «cabina ampliada» con proyecciones en tres dimensiones, pantallas planas y sonido en las paredes, asientos e incluso en el suelo del avión virtual. Esta realidad aumentada permite recrear la sensación de sobrevolar islas tropicales o paraísos urbanos en lo que llaman un «super-allí­Â», o acercar la experiencia de vuelo a la primera clase en un «super aquí», con un asistente de vuelo (virtual) individualizado para cada viajero. Incluso, podría permitir comentar la pelí­cula del servicio de a bordo con el holograma de un amigo sentado al lado, o que una proyección de nosotros mismos lea un cuento a los hijos antes de acostarse.

«En el escenario de un "super aquí", las características del viaje en avión son ampliadas para disfrutar de la experiencia de volar, mientras que en el escenario de un "super allí­" podemos sacar al viajero del avión a un entorno más relajante», explicaba el doctor Matthias Bues, uno de los líderes del proyecto. Viajar en clase turista puede ser una odisea cuando no debiera ser más que un mero desplazamiento. Descrito en el lenguaje de los científicos, la experiencia queda así diseccionada. «La cabina es un reto extremo para el confort personal, psicológica, física, social y ambientalmente. Cuando viajamos estamos confinados en un pequeño espacio por un tiempo determinado con la libertad de movimientos restringida y sometidos a luces brillantes, ruidos, olores y, encima, en proximidad de personas que podemos conocer o no, nos guste o no».

Así lo describe Mirabelle Cruz, una de las expertas de la universidad de Nottingham. «Creemos que podemos hacer que las cabinas parezcan más amplias y más cómodas», afirma, en una experiencia que sitúa a veinte años vista. El prototipo ha señalado ya algunos obstáculos. Cualquier simulación en tres dimensiones debe tener en cuenta los movimientos del avión, a menudo bruscos e impredecibles, para prevenir los mareos. Además, los…

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