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Las diez cosas que más molestan a las azafatas de un avión

Hubo un tiempo en que azafatas y auxiliares de vuelo eran todo amabilidad y los pasajeros todo educación. Volar era un lujo y casi siempre un placer. "La llegada de las low cost "“opina Antoine Michelat, presidente de Jetcost"“ y la rápida adaptación a su estilo de las líneas convencionales (cobro por maletas, cobro por elección de asiento, limitaciones al equipaje de mano, supresión de gratuidades a bordo…) hizo que las cosas cambiaran. La parte buena es que han permitido volar a mucha gente gracias a los vuelos baratos y que han conectado con vuelos directos muchas ciudades secundarias. La mala es que pasajeros y auxiliares han cambiado".

Todos opinamos o hemos oído quejas de que la azafata es un poco borde, de que son pesados con los anuncios de ventas, del poco espacio disponible… Pero el pasajero tampoco es inocente. También los auxiliares de vuelo (que ahora tienen que trabajar más horas, cobrar menos y hacer trabajos que no son exactamente el suyo) tienen sus quejas respecto a los clientes. El potente buscador Jetcost (www.jetcost.es), uno de los más utilizados en España para conseguir vuelos y hoteles baratos, ha recogido las diez cosas que menos gustan a azafatas y auxiliares de vuelo de sus pasajeros:

Burlas con las medidas de seguridad. Los viajeros frecuentes conocen de sobra los gestos y las palabras que hacen los auxiliares para indicar las medidas de seguridad, las puertas de emergencia, los chalecos salvavidas, etc. Ellos mismo se sienten un poco ridículos marcando los cuadro dedos o haciendo que soplan para inflar el chaleco, pero el colmo es que los pasajeros se rían de sus gestos, los imiten o se burlen.

Ocupar todo el maletero. Muchos viajeros optan por llevar casi todo encima para evitar pagar por facturar equipaje. Luego, claro, no todo cabe en el portaequipajes e invaden el de los vecinos o lo dejan al comienzo del avión aunque su fila sea diez más atrás. También muchos se niegan a colocar sus cosas debajo del asiento delantero que es un espacio perfectamente útil y que pertenece a cada uno. Algunos también hacen que sean las azafatas quienes les coloquen su equipaje cuando podrían hacerlo ellos mismos.

Estorbar la circulación por los pasillos. Los espacios son cada vez más reducidos dentro de los aviones y algunos tratan de ganar sitio ocupando el de los demás. Está el caso del pasajero que ocupa permanentemente los brazos que separan los asientos, aunque eso solo suele molestar al vecino, pero otros pasan las piernas o los brazos al pasillo por el que deben circular los carritos de bebidas o las propias azafatas. Y además, cuando se tropieza, no piden perdón.

Utilizar dispositivos cuando no deben. Aunque ahora es posible utilizar muchos dispositivos durante el vuelo: ordenadores, teléfonos en modo avión, tabletas… hay momentos en que eso no se puede, pero Jetcost ha comprobado que siempre hay "listo" que se saltan las normas y, además, quieren dar lecciones tecnológicas sobre "su" aparato a los auxiliares y se enfadan cuando éstos les indican las normas.

Levantarse del asiento antes de finalizar el vuelo. Es un gesto contagioso que molesta a pasajeros y azafatas. Hay como una urgencia de salir del avión de los primeros, después de haber estado dentro varias horas. Molesto y peligroso es cuando además lo hacen antes de que el avión haya parado completamente sus motores, con frecuencia hay que dar avisos por megafonía para que vuelvan a sentarse.

Encender el móvil antes de tiempo. Es otra de las urgencias absurdas y contagiosas; si se ha estado dos o tres horas sin conexión, no pasa nada por estar cinco minutos más. Sin embargo muchos lo hacen para dar el anuncio urgente e imprescindible: "cariño, ya he llegado…". El comandante de un avión comentó a Jetcost que tuvo que pedir que se apagaran todos los móviles porque una interferencia había bloqueado el tren de aterrizaje y no podía girar el avión para aparcarlo.

El uso excesivo del timbre de azafata. Todos los asientos tienen a mano un timbre para llamar al personal de a bordo. Pero muchos lo usan inadecuadamente. Además de los que lo confunden con el botón de la luz, están los que llaman para pedir una bebida cuando se han recogido los carritos cinco minutos antes, o para que alteren la temperatura del avión, o para preguntar por donde están sobrevolando o para peticiones más absurdas.

Ir al baño o levantarse cuando no se puede. Cuando hay turbulencias, durante del despegue y aterrizaje está prohibido levantarse del asiento. Pero eso no vale para algunos que sienten las prisas para ir al servicio justo entonces o que tienen que buscar algo en su equipaje de mano o comentar algo a otro pasajero cinco filas más atrás.

Usar el avión como basurero. Los auxiliares de vuelo suelen pasar varias veces con carritos donde tirar la basura generada durante el vuelo, pero algunos prefieren depositarla en la bolsa del respaldo de delante o simplemente en el suelo. Actualmente suelen ser las propias azafatas o azafatos los encargados de hacer la limpieza debido al poco tiempo de slot que tiene los aviones en los aeropuertos viajeros y no es muy agradable quitar envoltorios de chocolatinas, bolsas de patatas fritas o… chicles pegados a las bolsas o las revistas de la compañía. Jetcost conoce el caso de una azafata que en una ocasión dijo por megafonía: "Rogamos a los señores pasajeros que la basura que hayan generado, la lleven consigo"…

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