Cuando viajar en avión tiene tan poco glamur como hacerlo en metro, un arquitecto catalán, ganador de un concurso para acometer un aeropuerto espacial que permitirá vuelos intercontinentales de dos horas, quiere recuperar el «romanticismo» de los inicios de la aviación comercial en un diseño del futuro.
Luis Vidal (Barcelona, 1969) es el arquitecto cuyo estudio, junto a la empresa de ingeniería y arquitectura norteamericana HDR, ha ganado recientemente el concurso para desarrollar un puerto espacial en Colorado (Estados Unidos), con lo que «luis vidal + arquitectos» (LVA) se convierte así en el primer estudio español en diseñar una instalación de este tipo. Ochenta empresas se presentaron a este concurso convocado hace dos años y en cuyo proceso de selección sólo quedó al final el proyecto multidisciplinar formado por HDR y en el que participa el estudio español.
En una entrevista con Efe, Luis Vidal explica cómo el proyecto se encuentra en una fase preliminar, que tiene un año de plazo, con el «objetivo real» de solicitar y obtener la licencia para que el actual aeropuerto de Front Range (Colorado) pueda ser espacial, una aprobación que debe conceder la Federal Aviation Administration (FAA) estadounidense.
Vidal no cree que estos trámites se alarguen mucho y lo sitúa en «meses» desde que se presente la solicitud.
«Ahora tenemos que definir lo que tiene que ser una terminal de pasajeros en un aeropuerto espacial. Nosotros (LVA) diseñamos las necesidades de una terminal, otros se encargan de las necesidades del campo de vuelo, otros de las acústicas y otros de las de combustible», un completo trabajo de equipo que debe ser presentado en un año.
Se trata de hacer algo nuevo, un proyecto para el que no hay referencias en las que basarse, aunque su estudio de arquitectura mantenga su vocación de diseñar pensando en el usuario, según asegura Vidal, que explica cómo, al igual que sus aeropuertos son para los viajeros, los hospitales que ha diseñado están pensados para los pacientes.
«Lo que falta en este tipo de arquitectura son referencias. Pero en el estudio nos lo hemos planteado como resolvemos todos los problemas de arquitectura: hay que pensar en cómo albergar las necesidades de los futuros vuelos intercontinentales», señala Vidal.
Pensando en los usuarios del futuro, Vidal considera que este espacio «tiene que ser una terminal confortable, una puerta de entrada a un continente, que deje al usuario un buen recuerdo».
Además, el arquitecto pretende recuperar ese romanticismo de los inicios de la aviación comercial, cuando los ciudadanos sentían curiosidad y se aproximaban a los aeropuertos para observar ese nuevo mundo.
Para ello, quiere que éste tenga un centro de visitantes, otro de simulación de vuelo donde el público se pueda aproximar a la realidad de los trayectos, un centro de entrenamiento de pilotos, un museo y actividades para niños. «Aunque no sea todo visitable, que sea al menos visible», argumenta Vidal.
La forma de la terminal responderá a su función, dice el arquitecto, quien apuesta por lo pragmático y realista. Y por eso, el estudio proyecta un diseño similar a «una nave voladora con forma de pájaro, y muy pegada al terreno».
El proyecto del aeropuerto espacial consta de tres fases: en una primera fase se realizarán vuelos turísticos espaciales con despegue y aterrizaje en el mismo aeropuerto. «Subir, ver la tierra como una canica azul y volver a bajar».
En una segunda fase se acometerán los vuelos experimentales, dedicados por ejemplo a laboratorios que tengan que estudiar los efectos de la ingravidez, y el tercer paso serán los vuelos intercontinentales.
Convencido de que la tecnología para este tipo de aviones estará preparada dentro de unos cinco años, Vidal augura vuelos intercontinentales que se podrán cubrir en pocas horas.
La didáctica explicación del arquitecto explica el cómo: «Los aviones, tras despegar, saldrán de la atmósfera de la Tierra y, aprovechando la rotación y el ángulo de su reentrada a la Tierra, podrán conectar dos puntos del planeta en un tiempo muy corto»
Aunque pueda parecer muy lejana la posibilidad de que estos vuelos sean algo normal, el arquitecto cree que no tiene por qué ser así, si se utiliza como símil la velocidad que ha tenido el desarrollo tecnológico en los últimos años en internet, donde en poco tiempo «se han dado pasos que antes llevaban siglos».
Por ello, cree que «todos los continentes se tienen que poner las pilas» para afrontar este futuro y confía en una financiación «público-privada», ya que, dice, la construcción de estas grandes infraestructuras tiene que pasar por este tipo de colaboración.
Imagen: luisvidal.com