MUNDO

Vertiginosos cambios en la aviación comercial (Chile)

Por Jaime Binder. La magnitud del desafío al que se enfrenta el mercado aéreo obliga a todos los actores del sistema a una nueva etapa de expansión.

El transporte aéreo permite mayor integración, conectividad, intercambio comercial y cultural, especialmente para Chile, que es un país distante de los grandes polos de desarrollo. Son precisamente nuestra ubicación, forma geográfica y la necesidad de promover la integración territorial e internacional, las que nos empujaron a elaborar polí­ticas públicas para impulsar el desarrollo de la aviación comercial a una mayor escala.

Se trata de un fenómeno que observamos que cobra fuerza en la actualidad y que está generando un verdadero cambio de paradigma, tanto para los reguladores, como para la industria y los usuarios del transporte aéreo.

La polí­tica aerocomercial de cielos abiertos, implementada a lo largo de casi cuatro décadas, ha generado una plataforma de reglas simples y estables capaz de facilitar el ingreso de operadores tanto nacionales como internacionales.

Hoy vemos en nuestro país mayor competencia entre empresas aéreas, cuyo efecto virtuoso ha sido el de aumentar las opciones para viajar dentro y fuera de Chile, y el arribo del modelo low cost que también ha incidido en una reducción de los precios de los pasajes.

Hace cinco años, con el fin de clarificar la aplicación de la ley de aviación comercial, la Junta de Aeronáutica Civil reforzó la idea de que en Chile está abierto el cabotaje unilateralmente. Esto significa que cualquier operador extranjero puede prestar servicios aéreos dentro de Chile sin reciprocidad, cumpliendo obviamente los requisitos de seguridad y el respeto a la ley chilena.

Hoy vemos los primeros frutos, pues una empresa extranjera comenzó operaciones en el norte de Chile. Amaszonas, una aerolínea de capitales bolivianos, conecta por vía aérea a Arica, Iquique, Antofagasta, Copiapó y La Serena. No siendo un modelo low cost, es un nuevo modelo de negocios en el norte que ofrece cincuenta asientos por viaje.

Así, la historia aeronáutica chilena ha alcanzado un nuevo logro, materializando la operación en base a una regulación de apertura unilateral aérea prácticamente única en el mundo. Además, esta operación aérea permite conectar ciudades que progresivamente han perdido conexión aérea.

Si todo marcha bien, estamos en el umbral de un verdadero cambio en el rostro del norte de Chile. Hasta hace unos días, volar desde una ciudad del norte a otra podía tomar más tiempo que realizar un viaje internacional, pues las conexiones se hacían desde Santiago. El ingreso de este nuevo operador genera la posibilidad de aumentar los viajes de negocios, de turismo, estudios y por razones médicas, sin necesidad de tocar Santiago.

Hemos dado un paso importante en la descentralización de Chile, generando opciones que mejoran la calidad de vida de las personas. Esperamos que esta operación pueda servir de incentivo a emprendimientos semejantes en el sur de nuestro país. Existe un tráfico importante que actualmente se realiza por medios terrestres que tiene la potencialidad de ser realizado en avión.

Si conseguimos lo anterior, existirá mayor competencia entre modos, el terrestre y el aéreo, y también la integración entre los modos para que el costo total del viaje se vea reducido, dando un nuevo impulso al sector y al país.

Los cambios devienen vertiginosos. Si consideramos que en los seis últimos años el tráfico aéreo en Chile, tanto internacional como nacional, se duplicó superando en 2016 los 20 millones de viajes, y considerando que tenemos el indicador de viajes por habitantes más alto de Sudamérica, no es difícil proyectar un nuevo salto para el próximo quinquenio. El modelo low cost debería ser capaz de activar aeropuertos regionales, donde se hará uso de la infraestructura en horarios distintos a los actuales o donde los viajes entre ciudades no capitales aumentarán…

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