Hoy (ayer) se cumplen 28 años desde que el nombre del capitán salvadoreño, Carlos Dárdano, pasó a la historia de la aviación internacional, luego que lograra aterrizar con éxito un avión comercial de la aerolínea Taca, con los dos motores averiados y 36 pasajeros ilesos.
Todo sucedió un 24 de mayo de 1988, en Nueva Orleans, Estados Unidos. Una tormenta eléctrica, cuyas gotas de agua se cristalizaban, dañaron los motores del Boeing 737-300, un avión con 33.4 metros de largo y un peso superior a 72,000 libras. "Yo nunca he sido un fanático religioso, pero sí soy un fanático creyente. Y en ese momento, lo primero que hice fue invocar al Señor y de pronto vino un sentimiento de paz y seguridad de que todo saldría bien.
Cuando salimos del mal tiempo, lo único que hice fue conducir el avión hacia un claro cerca de un canal, donde finalmente aterrizamos sanos y salvo", recuerda el aviador. Sin embargo, no todo fue tan sencillo como parece en esta cita. Junto a los motores del avión, también se apagaron las luces; mientras que las alarmas comenzaron a sonar. La mayoría de los pasajeros del vuelo TACA 110 lloraban y rezaban, pensando que no saldrían vivos de la situación.
En cabina, Dárdano junto al capitán Dionisio López intentaron encender los motores pero estos se habían recalentado y a una altura de 1.5 kilómetros de la tierra decidieron apagarlos y enviar dos mensajes de socorro a la torre de control…
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