El caso de la industria aeroespacial en México es digno de un estudio minucioso para las mejores universidades del mundo. Es un sector que nació, creció, se desarrolló y está en plena expansión prácticamente sin un plan de apoyo federal y desde luego, sin una política industrial.
Es un caso de estudio no sólo por la importancia que este sector mexicano está tomando a nivel global, su crecimiento de hasta dos dígitos por año, la dispersión de los clusters a lo largo del territorio nacional, el aumento de las exportaciones, el empleo que genera y la especialización de nuevos profesionales en muchos centros de estudios superiores.
Este fenómeno también implica el aprovechamiento de tratados internacionales en materias como seguridad y uso de armas, la integración de cadenas productivas que poco a poco ha ido logrando la industria y la especialización en áreas cada día más sofisticadas que rebasan lo mecánico para adentrarse en nuevas tecnologías y que se empiezan a detonar en diversos estados, cada uno con una vocación diferente pero complementaria del resto.
La evolución ha sido sorprendente. Actualmente la industria aeroespacial mexicana se ubica en el lugar 14 a nivel mundial, sus exportaciones rebasan los 7,000 millones de dólares anuales con un superávit de 1,000 millones de dólares en su balanza comercial y el crecimiento promedio anual es de 16 por ciento.
Según datos que forman parte del IV Informe de Gobierno, entre septiembre del 2015 y agosto de este año, hubo en la industria mexicana siete auditorías de control de proveedores junto con la Agencia Federal de Aviación de los Estados Unidos (FAA), para supervisar la normativa de piezas aeronáuticas y mantener las certificaciones dentro del acuerdo bilateral BASA y el IPA (Bilateral de Fomento a la Seguridad en Aviación y Procedimientos de Implementación para Aeronavegabilidad, respectivamente). Además se realizaron varias visitas para verificar el cumplimento de los estándares de calidad y procesos de producción.
En un esfuerzo por darle mayor formalidad al apoyo federal, para fines de este año se va a inaugurar el Centro Nacional de Tecnologías Aeronáuticas de Conacyt para formar recursos humanos especializados, fortalecer la cadena de proveedores, crear un sistema de certificación nacional e incrementar las capacidades en este rubro. Conacyt va a invertir 125 millones de pesos en equipo y la Secretaría de Economía 60 millones.
Este es el primer esfuerzo concertado y focalizado desde el gobierno federal para apoyar a la industria pero ojalá tuviéramos aún más apoyos.
La asociación que está aglutinando a la industria, la Federación Mexicana de la Industria Aeroespacial (FEMIA), que hoy preside Benito Gritzewsky y dirige Luis Lizcano, también ha ido creciendo y formalizando su oferta. Hace tan sólo tres años, contaba con 51 miembros. Hoy tiene más de 90.
Tiene miembros en diversos rubros de la industria y acaba de crear un Consejo Consultivo integrado por más de 50 organizaciones que van desde Universidades como la UNAM y el IPN, o la Universidad de la Aeronáutica de Querétaro y el Conacyt, hasta Cámaras y Asociaciones de proveedores tan especÃficos como la Asociación Mexicana de Acabados Superficiales o bien, organizaciones como la de Industria Automotriz, sin olvidar organismos de gobierno de estados como Querétaro y Chihuahua o la Fuerza Aérea Mexicana y la Dirección General de Aeronáutica Civil.
La idea es reunir a este Consejo una o dos veces al año para trabajar temas especÃficos. La primera reunión, celebrada en agosto pasado, trató el tema del desarrollo de proveedores. Ahora hay que meterle segunda para continuar creciendo. Estas, sin duda, son buenas noticias. ¡Y bien que las necesitamos!