Con solo 21 años, Michelle Fankhauser pilotea aeronaves con capacidad para cerca de 200 pasajeros. La joven, una de las pocas pilotos comerciales en nuestro país, también es una apasionada del fisicoculturismo, los autos y representante de She Moves Mountain, una campaña de The North Face que busca motivar a las mujeres a hacer cosas distintas.
—¿Cuán difícil es para una mujer encajar como piloto en el Perú?
Estudié en EE.UU. y allá no se sentía mucho porque muchas chicas volaban. En cambio, acá en el Perú, el porcentaje de pilotos mujeres es bien bajo y como eres minoría percibes cierto machismo. Pero está cambiando mucho, antes era más marcado. Yo no he tenido ningún problema con eso, aunque a veces escuchas algunos comentarios de pasajeros como “Ah, mira, es mujer”, pero entiendes que lo dicen porque no saben del tema o porque es broma. En realidad a nosotras nos da igual, si no fuéramos buenas pilotos no estaríamos trabajando ahí. La aviación está tan regulada que no puedes cometer un error porque serías sancionado o incluso te pueden quitar la licencia.
—¿Por qué no hay más mujeres pilotos en el Perú?
Por falta de conocimiento. Muchas chicas me escriben diciendo que pensaban que una mujer no podía ser piloto. Piensan que está prohibido para nosotras, pero en realidad te aceptan en las escuelas de vuelo y aerolíneas si reúnes los requisitos.
—¿Eso busca la campaña?
La campaña ha buscado a chicas que no son comunes y corrientes. A mí me eligieron por ser piloto y fisicoculturista. No es una vida muy común pero es que me encanta la adrenalina, mi vida se basa en la adrenalina. No estamos en una sociedad donde las chicas estén acostumbradas a vivir experiencias como ser pilotos o escalar montañas, queremos cambiar eso. Y lo que más me gusta es que la campaña no dice soy chévere porque soy mujer, sino soy chévere porque hago cosas que no todo el mundo hace.
«ME ENCANTA LA ADRENALINA, MI VIDA SE BASA EN LA ADRENALINA».
—Tener miles de seguidores en Instagram debe ayudar mucho…
En realidad no sé cómo creció mi Instagram. Esa es mi cuenta personal, un día subí una foto en uniforme y tuvo como 5 mil likes. Al día siguiente me levanté y tenía 15 mil seguidores. Hasta ahorita no sé qué pasó [risas]. Pero sí, me han empezado a escribir muchas chicas, incluso una ahora está estudiando para ser piloto.
—Tu papá es capitán. ¿Cuánto influyó para convertirte en piloto?
En realidad mis padres siempre evitaron influenciar en la carrera que eligiera. Por eso entré a estudiar Arquitectura, pero a los pocos meses me di cuenta de que no era lo mío, era muy sedentario. Eso coincidió con que muchos amigos estudiaban aviación y uno de ellos me prestó un libro. Ahí me enamoré perdidamente de la carrera. Después de eso mi papá sí influenció [risas]. Antes de entrar a estudiar ya sabía la mitad de la carrera gracias a él.
—Pero imagino que debió haber algo complicado…
Claro que sí. Lo más complicado fue obtener mi licencia de piloto instrumental.
—¿Por qué?
Para volar comercialmente en el Perú necesitas cuatro licencias: la de piloto privado, piloto instrumental, piloto comercial y de bimotor. En todas demuestras tu habilidad de vuelo, pero la instrumental abarca cartas de vuelo o qué hacer cuando no ves afuera del avión, cosas así.
—¿Cómo manejas la presión de estar a cargo de la vida de tanta gente?
Te hace madurar mucho. Solo debes mentalizarte y saber que no es un juego, me tomo mi trabajo muy en serio.
—Entonces, ¿cuál es el mayor miedo de un piloto?
Cometer algún error, no tenemos margen de error. Por eso nos preparamos cada seis meses con simulaciones de emergencia. Hay muchísimos procedimientos que se actualizan siempre. Debes vivir preparado para lidiar con cualquier emergencia.