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Sobre seguridad y facilitación aeroportuaria

La eterna tensión entre seguridad y facilitación en los aeropuertos se ha convertido en uno de los elementos más críticos frente a la demanda creciente de pasajeros en los aeropuertos del mundo. En particular, claro, de los más grandes hubs tipo Atlanta, Heathrow, Schipool y CDG.

En la asamblea de la Asociación de Transporte Aéreo Internacional (IATA) el tema se trató como uno de los más urgentes a resolver en el corto plazo. No es para menos, el ritmo al que está creciendo el número de pasajeros en el mundo es de tal magnitud, que en menos de 20 años lo habremos duplicado, mientras que la tasa a la que crece la construcción de infraestructura es de entre la mitad y un tercio, dependiendo de la región y de sus problemas económicos y sociales.

Por ejemplo, se espera que para el 2035 el número de vuelos en Europa se habrá incrementado más de un 50%, mientras que la capacidad de sus aeropuertos sólo alcanzará un máximo de 17% adicional, según Eurocontrol, sobre todo debido a lo conflictivo y oneroso que resulta ampliar las actuales terminales aéreas.

A pesar de la creciente demanda y de los innegables beneficios que el turismo y los viajes de negocios le procuran a los países, lo cierto es que hay dos factores que complican los viajes aéreos: por un lado, las barreras a la migración, especialmente por parte de las economías más ricas, que cada vez imponen más restricciones a los viajeros, y por otro, los requisitos de seguridad para circular por diversos aeropuertos.

En el tema de las limitantes que imponen las naciones, la IATA menciona que dos tercios de la población del mundo requiere obtener una visa antes de iniciar su viaje. IATA ha urgido a los diversos países a reconsiderar sus polí­ticas y remover las restricciones innecesarias; a incluir la facilitación de los viajes como parte de los acuerdos bilaterales de comercio y aviación; y a incorporar sistemas de pre-registro para viajeros frecuentes y programas de manejo de datos, que permitan el reconocimiento rápido de personas mediante uso de tecnologías eficientes, como los datos biométricos.

IATA estima que estas facilidades le darían ingresos adicionales por turismo de 89 mil millones de dólares y la creación de 2.6 millones de empleos extra a los países de APEC; 12 mmd y 654 mil empleos más a los miembros de ASEAN y 206 mmd y 5 millones de empleos extra a los países del G-20. Cifras nada despreciables si se considera que el esfuerzo no implica tantos recursos, aunque sí un cambio de cultura.

No es extraño ver que los encargados de revisar equipajes en los aeropuertos tengan criterios dispares, incluso en el mismo país. En resumen, no saben lo que buscan y en ocasiones hacen sufrir mucho a los pasajeros por el estrés y la innecesaria pérdida de tiempo en largas colas.

Eso sin olvidar las revisiones exhaustivas con pasajeros elegidos supuestamente al azar. La selección puede tener profundos sesgos racistas. Recientemente, en un vuelo de Melbourne a Los Angeles, vimos cómo se eligió, de entre los más de 230 viajeros -la mayoría de raza blanca-, al grupo de revisión: orientales, árabes, hindúes o africanos.
¿Coincidencia? Obviamente no. Aún subsisten prejuicios de todo tipo. Todo ello podría desaparecer con tecnologías que permitieran a todos los pasajeros sentirse tratados como iguales; y con capacitación, los encargados seguridad serían más certeros en sus revisiones y sus búsquedas menos discrecionales.

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