Cálido y soleado martes de octubre en Valparaíso, Chile. En esta ciudad y puerto principal del país -a la que llaman "Joya del Pacífico" y que en 2003 le fue concebido el nombre de Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco- se viven muchas experiencias. Mientras unos se encantan con su mística, otros se enamoran.
Desde Plaza Sotomayor, sector financiero y puerto de la ciudad, comienza el ascenso hasta el cerro Alegre para conocer uno de los hoteles más lujosos de Chile. A un costado de las columnas dóricas del Palacio de Tribunales está el ascensor El Peral (subida y bajada cuestan $100), el cual te deleitará con su vista a la bahía en un corto trayecto.
Una vez arriba, el panorama se embellece aún más en el paseo Yugoslavo, donde yace en una curva un restaurado Palacio Baburizza. En calle Montealegre 149 verás los vivos colores de una experiencia que sólo te permitirá soñar: el Hotel Palacio Astoreca.
Estilo Victoriano
De rojas murallas, blanco en bordes y marcos de ventanas, y oscuro gris en su techumbre, la fachada del primer hotel-palacio de Chile se impone con mucha luminosidad desde su interior y a través de los vidrios. Una palmera mediana saluda a los visitantes en el antejardín.
Adentro, el viso de los pisos de madera original y la elegancia deslumbran a quienes hayan cruzado el umbral de la puerta. También la blanca y angosta escalera de peldaños semi al aire que conduce a los pisos superiores.
El inmueble del Hotel Palacio Astoreca, que data de 1920, está conformado por una mansión de estilo victoriano y una casa aledaña, ambas construcciones restauradas. Tiene a disposición de sus huéspedes 23 habitaciones -7 de ellas en suite- y en temporada alta (octubre a abril) la más cara llega a los US$490 por noche para una persona ($285.700 pesos chilenos). Alojar aquà es más costoso que hacerlo en un hotel de cinco estrellas.
Hay una biblioteca, un piano-bar (el bar fue hecho con las tejas originales de la mansión), y una terraza con vista a la bahía y a los cerros multicolores de Valparaíso. Todos los muebles que decoran el palacio son antiguos y fueron restaurados; también los sillones y sitiales tapizados en capitoné con terciopelo.
"En New York o Europa los hoteles boutique son muy elegantes, normalmente son palacios, mansiones, como en el caso de éste (Astoreca), pero no somos así. Somos un hotel de encanto, de carácter y personalidad propia", dice Diego Cárdenas, gerente de Hotel Palacio Astoreca.
El Spa
Confort, lujo y minimalismo son las fragancias que invaden cada una de las paredes de las habitaciones del Astoreca. Junto a la puerta y sobre un escritorio, encontrarás una carta de bienvenida a tu nombre y firmada por el propio gerente del hotel. También hallarás regalos de cortesía, entre ellos unos deliciosos macarons.
Si eres deportista o simplemente un runner amateur, un trote al anochecer será un buen panorama para distraer la mente. Puedes bajar hasta el centro de la ciudad a pie, por las calles Apolo o El Peral, o bien en ascensor. Antes de la partida, tendrás para escoger el borde costero hacia caleta El Membrillo o rumbo al muelle Barón.
De regreso en el hotel, la mejor opción será relajar el cuerpo y los músculos. Vístete con traje de baño, bata y pantuflas y toma el ascensor hasta el piso -1. En aquel subsuelo no dejarás de soñar.
Y es que el spa del Astoreca no deja de sorprender con su modernidad y elegancia. Tiene una piscina techada y temperada, con un amplio descanso en sus extremos más largos; aquà podrás sentarte sin que tus pies toquen fondo y beber un trago. ¿Recomendación? El mojito de manzana.
Un sauna a vapor y una sala de masajes forman también parte del lugar. En un pequeño patio vertical -con hiedra en las paredes y que llega hasta lo alto del edificio- hay un hot tub, una especie de tinaja de madera enterrada en el suelo con agua calentada a leña. Si es de noche, no olvides alzar la mirada y ver las estrellas de Valparaíso. Sin duda, el spa es el mejor rincón del hotel.
Una alternativa para antes de acostarse es salir a caminar. Siéntate a escuchar en el paseo Yugoslavo cómo tocan sus bocinas los barcos que duermen en la bahía. Enamórate de una joya porteña vestida de oscuro. Por último, aprovecha de tomar un baño de tina antes de dormir escuchando el ruido de las gaviotas.
Restaurant Alegre
Amanece en la ciudad-puerto y qué mejor manera que comenzar el día con un magnÃfico y bondadoso desayuno. Los huéspedes pueden disfrutar de éste en el propio restaurant del hotel, el Alegre, o en los distintos espacios de descanso que ofrece el palacio. El servicio a la habitación tiene un recargo en el costo de la estadía. La mejor opción, por lejos, es la terraza con vista al mar, en donde podrás disfrutar de un jugo natural de piña mientras lees el periódico.
AquÃ, la calidad y el detalle son más que importantes. Por ejemplo, la mayoría de los quesos provienen de Francia y el jamón es de wagyu. Al restaurante, que está en el subterráneo de la casona, se accede por una escalera de caracol de cemento y fierro que llega hasta el techo. El ambiente es muy sobrio y sólo tiene dos colores: blanco y negro. Una rústica cava de vinos aguarda en otro subsuelo (bodega) a todos los comensales del restaurant.
Si hay algo que caracteriza al Alegre es su cocina de autor y de creación. Así lo profesa su chef español, Sergio Barroso, quien hace un año llegó a Chile a trabajar directamente al cerro Alegre.
"No son recetas que se hayan hecho previamente en otros sitios. Es una cocina que se elabora a partir de los productos que encontramos aquà (en Valparaíso), o sea, nunca antes hecha. Siempre estamos innovando, sobre todo con las cosas de temporada", cuenta el ex El Bullí de Ferran Adrià , ahora como capitán de su propio barco.
Cocina y sazón en una hermosa ciudad cultural, artística y bohemia, y parte de la lujuria de uno de los hoteles con más renombre y prestigio de Chile, aquel que te permitirá soñar sin estar dormido. Experiencia única y diferente que sólo puede vivirse en un país situado al fin del mundo.
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