En los últimos años, el turismo español ha recibido millones de turistas internacionales que "no le correspondían". La inestabilidad política en algunos países, como Turquía o Egipto, hizo que muchos turistas decidieran cambiar el destino de sus vacaciones. Ahora, ese flujo de turistas está empezando a remitir.
España sigue marcando récords. En 2017, visitaron el país 82 millones de turistas extranjeros, un 8,9% más que en 2016, según los datos adelantados por el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. Con estas cifras, España se sitúa como el segundo destino del mundo con más llegadas turísticas, solo por detrás de Francia.
Sin embargo, comienzan a brotar las voces que advierten de que este ritmo de crecimiento comenzará a frenarse. Y el motivo de todo no está en España, sino en el Mediterráneo.
En su balance del año 2016, la Alianza para la excelencia turística (Exceltur) destacaba uno de los principales motivos por los que las llegadas turísticas a España habían crecido tanto: el trasvase de turistas procedentes de países competidores, principalmente del Mediterráneo (Turquía, Túnez o Egipto). Según sus cifras, los actos terroristas y la inestabilidad política que sacudieron estos países los hicieron parecer más inseguros a ojos de los turistas. De enero a noviembre de 2016, Turquía perdió 10,7 millones de turistas; y Egipto, 4,2 millones.
España, al igual que estos países mediterráneos, ofrece principalmente un turismo de sol y playa, por lo que muchos turistas prefirieron viajar a España, un destino percibido como más seguro. "Los turistas, como seres racionales, eligen un destino de acuerdo con un gran número de variables y, la paz social de los lugares se erige como un factor fundamental a la hora de elegir destino", explican Raquel García Revilla, doctora en Turismo, y Olga Martínez Moure, doctora Sociología, ambas profesoras en la Universidad a Distancia de Madrid (Udima)…
