Si hasta hoy se sabía que el avestruz es el ave no voladora más grande del mundo, y que el cóndor gana el tÃtulo sobre el aire, entonces, ¿por qué existen aves en América Latina que superan los 80 metros del dinosaurio Amphicoelias fragillimus? ¿Cómo nadie se ha percatado de esto?
Si una de tus filosofías de vida es el escepticismo, cuando estés en Nazca, Perú, cambiarás de opinión. Aquà tus ojos podrían ser testigos de un pájaro que mide 275 metros de largo. Es decir, ¡más grande que el Titanic!
Para ello, tu primer destino será Lima, desde donde deberás dirigirte a Paracas, rumbo al sur (el trayecto dura 4 horas en bus). Luego de agregar otras 3 horas de viaje a tu itinerario, también en bus, habrás llegado a destino final.
En medio de las Pampas de San José y el desierto de Ica, se encuentran las Líneas de Nazca, extendidas a lo largo de 450 kilómetros cuadrados. Un importante y antiguo legado de la cultura pre-inca, una auténtica magia y misterio que vale la pena conocer.
Estas líneas -descubiertas en 1927 por María Reiche-, son grafismos representados en figuras de animales y humanos. Hay cóndores y colibrÃes, un loro, un mono, un caracol, una araña y una ballena.
Debido a las gigantescas dimensiones de estos dibujos, hechos casi a la perfección, sólo desde el aire podrás apreciarlos en plenitud. ¿El mejor plan? Por lejos arrendar un vuelo en avioneta: cuesta alrededor de 150$ por persona y dura 30 minutos (las tasas se cancelan aparte por unos 20$). ¡Por favor no dejes olvidada tu cámara fotográfica!
Numerosas líneas de varios kilómetros de distancia, entrecruzadas con otras rectas, irán apareciendo de a poco en tu camino. También un árbol, un perro y unas manos de 4 y 5 dedos. La vista e imagen son realmente bellas.
Es tanto el misterio oculto que ronda a las Líneas de Nazca -declaradas Patrimonio de la Humanidad en 1994 por la Unesco-, que incluso se ha dicho que son obras hechas por extraterrestres, aunque existe la probabilidad de que sean un calendario astronómico.
Si eres un curioso y empedernido viajero, de esos que aseguran que la historia es uno de sus placeres culpables, sólo te resta arriesgarte y vivir esta experiencia peruana. Pero recuerda: nunca escucharás el sonido de aquella ave de 275 metros. Tampoco la verás volar.