AEROLÍNEAS

«Prevemos reducir en un 50% nuestras emisiones directas de CO2 por pasajero-km para 2025, cinco años antes de lo previsto»: Gloria Carreras, directora de ESG de Volotea

Gloria Carreras, directora de ESG de Volotea, ha hablado con Corresponsables sobre la estrategia con la que la aerolínea española busca contribuir a una aviación más sostenible a través de un modelo de negocio eficiente, la maximización en la ocupación de sus vuelos, la reducción y compensación de sus emisiones de CO2, la innovación y el desarrollo, y la transparencia.

La estrategia de sostenibilidad de Volotea se basa en el plan Voloterra, que cuenta con cinco pilares clave. El primero de ellos es el modelo de negocio eficiente. ¿Cómo ha impactado la estrategia de rutas directas de Volotea en la eficiencia operativa y reducción de emisiones de CO2?

En Volotea queremos liderar el camino hacia una aviación sostenible y, por eso, estamos enfocando nuestros esfuerzos en acelerar la consecución de nuestros objetivos de sostenibilidad y responsabilidad corporativa intentando mejorar y establecer retos cada vez más exigentes.

Para alcanzar nuestras metas, efectivamente hace unos años pusimos en marcha nuestro programa Voloterra, basado en cinco pilares: un modelo de negocio eficiente, la reducción de las emisiones de CO2, innovación y desarrollo, compensación de emisiones y transparencia. Este programa de sostenibilidad ha superado por segundo año consecutivo la exhaustiva auditoría de Bureau Veritas que ratifica nuestro compromiso con la aviación sostenible.

El primero de estos pilares, como bien dices, es que nos basamos en un modelo de negocio eficiente. Como la aerolínea que conecta pequeñas y medianas ciudades europeas, Volotea ofrece únicamente rutas directas, sin escalas, que permiten evitar el 65% de las emisiones de CO2 por el uso de combustible que tendría un vuelo con conexión. Las rutas directas suelen implicar distancias más cortas y, por lo tanto, menos consumo de combustible en comparación con vuelos con escalas. Además, se reduce la necesidad de despegues y aterrizajes adicionales, fases del vuelo que consumen más combustible en proporción a la distancia recorrida. Otro punto para destacar es la maximización de la ocupación en nuestros vuelos regulares, que desde el año 2018 han tenido una ocupación media del 90%.

¿Qué medidas adicionales ha implementado Volotea para maximizar la ocupación en sus vuelos y cómo ha afectado esto a su sostenibilidad?

Como decía antes, solo volamos rutas directas y maximizamos la ocupación de nuestros vuelos, de manera que desde 2018 tenemos una ocupación promedio del 90%.

Asimismo, nuestro equipo de Estrategia analiza de forma permanente el mercado para entender qué rutas están ya servidas y cuáles no, ofreciendo opciones demandadas y necesarias que, previsiblemente, vayan a tener tasas de ocupación elevadas. Valoramos diversos factores, siempre con la voluntad de continuar conectando a las ciudades pequeñas y medianas en Europa, así como el continente con las islas. Como dato, en estas pequeñas y medianas ciudades vive alrededor del 65% de la población europea y, por el contrario, sólo cuentan con el 29% del tráfico aéreo.

La reducción de las emisiones de CO2 es otro de los pilares de su plan. ¿Cuáles son las estrategias clave que ha empleado Volotea para lograr una reducción del 50% en las emisiones de CO2 antes de lo previsto?

La sostenibilidad es un desafío esencial por una serie de razones cruciales que conciernen no sólo a la responsabilidad corporativa, sino también al futuro de todo un sector. La industria de la aviación ha estado bajo un constante escrutinio debido a su importante huella de carbono. En Volotea, estamos comprometidos a avanzar de manera constante hacia la reducción de nuestras emisiones directas. En este sentido, nos comprometimos a reducir en un 50% las emisiones directas de CO2 para 2030 pero, gracias a los avances de los últimos años –como la inversión de parte importante de nuestros ingresos en nuevos aviones y tecnologías de combustible alternativos y sostenibles–, esperamos superar este objetivo y alcanzarlo antes de 2025, cinco años antes de lo inicialmente previsto.

Entre los principales proyectos para lograr esta reducción, destacamos: la renovación en 2021 de nuestra flota de Boeing 717 con una flota de más de 40 Airbus A319 y A320, mucho más limpios y eficientes; la optimización de todas las fases del vuelo, mediante la aplicación de inteligencia artificial, para mejorar el rendimiento y, al mismo tiempo, optimizar el uso de combustibles; lavados más frecuentes de los motores y revestimientos externos de nuestras aeronaves para conseguir una flota más eficiente y, finalmente, el uso de un solo motor durante las operaciones en tierra.

Estas iniciativas, entre muchas otras, han ayudado a reducir nuestras emisiones de CO2 por consumo de combustible por pasajero-kilómetro en un 45,5% a finales de 2022. Actualmente estamos trabajando para cerrar el dato de 2023 y prevemos que sea igualmente positivo.

Como dato, la aviación representa entre el 2 y el 3% de las emisiones de CO2 a nivel mundial y es uno de los sectores que representa mayores retos en su descarbonización. Sabemos que el camino hacia una aviación más sostenible es largo y requiere de la colaboración de todos los agentes de la industria (aerolíneas, instituciones, agentes sociales…). Es nuestra responsabilidad como industria aunar esfuerzos y trabajar juntos para seguir implementando prácticas responsables e invirtiendo en innovación y nuevas tecnologías que permitan la descarbonización progresiva de este sector clave para la economía mundial, y más aún para la unión entre personas.

¿Qué desafíos y oportunidades anticipa Volotea en su camino para alcanzar el nuevo objetivo de reducción del 58% de CO2 por pasajero y kilómetro para 2030?

Para lograr este objetivo y cumplir con las regulaciones y normativas más estrictas, seguiremos invirtiendo en tecnologías punteras, en la adopción de una flota cada vez más sostenible y eficiente y en la investigación e incorporación progresiva de Combustible de Aviación Sostenible (SAF, por sus siglas en inglés).

Por otro lado, la búsqueda de la eficiencia y la sostenibilidad puede impulsar la innovación tecnológica en la aviación, abriendo posibilidades para adoptar nuevas tecnologías más limpias. Además, estamos ante una oportunidad para afianzar relaciones y colaborar con los key players (otras aerolíneas, aeropuertos, reguladores internacionales y proveedores) de la industria y organizaciones gubernamentales que pueden generar ocasiones para compartir conocimientos, recursos y mejores prácticas.

Además de reducir nuestras emisiones, intentamos participar en el desarrollo de nuevas tecnologías como el hidrógeno o los motores eléctricos. En este sentido, en 2019 nos asociamos con Dante Aeronautical-Dovetail, una empresa que está logrando avances significativos. Junto a Air Nostrum actuamos como inversores y patrocinadores de la compañía, contribuyendo activamente en su camino hacia el desarrollo de un avión 100% eléctrico.

El tercer pilar de su estrategia de sostenibilidad es el de Innovación y desarrollo. ¿Cómo está integrando Volotea los combustibles sostenibles de aviación en su flota y cuál es el impacto esperado de estas iniciativas?

La transición hacia una aviación más sostenible es un desafío complejo que requiere la participación activa de diferentes actores. En el futuro de la movilidad aérea se vislumbran vuelos regulares con hidrógeno o energía eléctrica.

En paralelo, se están haciendo grandes avances en la búsqueda de Combustibles de Aviación Sostenible (SAF), una de las soluciones más inmediatas para reducir el impacto medioambiental de la industria aérea. La integración de SAF tiene como objetivo principal reducir las emisiones de carbono en comparación con los combustibles tradicionales. Así, la incorporación de SAF en la flota de Volotea es clave para avanzar en el pilar de Innovación y Desarrollo dentro de nuestra estrategia de sostenibilidad y contribuir los objetivos que nos hemos puesto.

A partir de 2022 comenzamos a introducir SAF en nuestros aviones (utilizamos aproximadamente 481.000 litros de SAF, lo que representa una de las proporciones más altas del sector en Europa) y colaboramos activamente con los principales fabricantes de SAF para garantizar que puedan desarrollarse más y adoptarse ampliamente. Los SAF permiten un ahorro de alrededor del 80% de emisiones de carbono a lo largo de su ciclo de vida, en comparación con el combustible de aviación tradicional.

Entre los principales acuerdos que hemos firmado para impulsar SAF destacamos el de Airbus, para operar algunos vuelos de su lanzadera interna Hamburgo-Toulouse con un 34% de SAF -la ley europea requerirá incluir un 2% de SAF a partir de 2025- y, más recientemente, con la energética Cepsa para acelerar la descarbonización del transporte aéreo mediante el estudio y producción de combustible sostenible a partir de residuos orgánicos como, por ejemplo, aceites de cocina usados o residuos agrícolas. Este acuerdo incluye también el desarrollo de nuevas alternativas energéticas, como el hidrógeno renovable y la electrificación de las flotas terrestres de Volotea, que incluyen vehículos de reparto, operaciones de carga y descarga de equipaje y asistencia a las aeronaves.

La compensación de emisiones es otro de los pilares clave para Volotea ¿Cómo planea la compañía compensar el 25% de sus emisiones directas de CO2 en 2025 y cuáles son los proyectos de compensación específicos en los que está invirtiendo?

La compensación de emisiones es una medida temporal, mientras no podamos basar nuestra reducción en el cambio de fuentes de energía. Ahora bien, esta medida cumple también con ciertas exigencias regulatorias. En Francia, por ejemplo, compensar las emisiones domésticas es un requerimiento del Gobierno francés.

En Volotea, nos comprometemos a compensar el 25% de nuestras emisiones directas de CO2 de aquí a 2025 a través de diversas iniciativas medioambientales e internacionales. Por ejemplo, apoyamos una serie de proyectos de reforestación en Francia, más concretamente en Bourgogne Franche-Comté, Hauts de France, Nouvelle Acquitaine y Val de Loire. Todos estos proyectos están certificados por el Label Bas Carbon, un sello certificado por el gobierno francés. Además, los proyectos internacionales en los que participamos también están certificados por sellos reconocidos y asociaciones de prestigio como ICAO o IATA…

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