Ni el catalogado como el mejor restaurante del mundo ni un flamante tres estrellas Michelin. Uno de los restaurantes donde resulta más difícil conseguir una mesa está a bordo de un avión y te lleva de vuelta a la década de los setenta, la conocida como la época dorada de la aviación que entraña como ninguno un Boeing 747 de la Pan Am.
Como una auténtica máquina del tempo, la Pan Am Experience recrea cada detalle del lujo que se vivía en sus vuelos transatlánticos, aunque sin despegar del suelo ni recorrer un solo kilómetros. Y en algo menos de tiempo de lo que llevaría un vuelo internacional, alrededor de cuatro horas de duración.
En parte atracción y en parte restaurante, la cita con la Pan Am, una de las aerolíneas más apreciadas por los viajeros desde su primer vuelo en 1927 hasta su quiebra en 1991, llega esta temporada a Los Ángeles con una propuesta más cuidada en sus detalles, personajes y objetos que en anteriores ediciones.
De camino a la terminal
En cada pase, los 50 afortunados comensales (que han reservado con meses de antelación) se sumergen en un mundo de glamour que comienza con la recepción en un estudio tematizado como una terminal aeroportuaria de mitad de siglo pasado.
En Air Hollywood, un estudio de cine ubicado en Pacoima, un suburbio de Los Ángeles, personal uniformado, billetes de avión, ordenadores e incluso una réplica exacta de un mostrador de Pan Am de la época esperan a los afortunados ‘pasajeros’, que se registran para obtener sus tarjetas de embarque y pasar después a un salón con mobiliario auténtico de viejos aviones.
Al fondo, una pantalla muestra el exterior de un Pan Am 747 en una imagen de 1971. Las azafatas ofrecen bebidas hasta que por la megafonía se llama al embarque: es la hora.
Todos a bordo
Una vez a bordo, la tripulación acomoda a los pasajeros a lo largo de las tres secciones del avión: clipper class, primera clase y upper deck lounge y comienzan las habituales demostraciones de seguridad y un vídeo de bienvenida.
Hebillas de cinturones originales con los logotipos de la firma grabados, tapicerías auténticas, arreglos florales idénticos a los que se ponían, carritos de revistas, cigarrillos falsos, soda Tab, toallas calientes en cubos de hielo seco, los mismos aromas… Una deliciosa parafernalia da paso al servicio de cena, que se sirve con manteles, platos y cubiertos originales de la Pan Am.
Mientras se espera a los platos se ofrece un desfile de moda con los uniformes de la compañía de finales de los sesenta y principios de los setenta.
En cuanto al menú, que nadie espere sushi o aguacate: platos de filetes chateaubriand o pollo asado con verduras de guarnición o pasta para vegetarianos.
Catas de caviar, queso o vino se alternan con nuevos pases de modelos que muestran la evolución de los uniformes, mientras una selección de postres pone el broche a la experiencia…