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La travesía de Roberto Alvo en Latam: «Las crisis te abren la cabeza»

Cuando Roberto Alvo se sube a un Boeing 787 completamente vacío en el centro de mantenimiento de Latam en el aeropuerto de Santiago, lo primero que dice es: “¡Wow, no me subía hace tanto tiempo a un avión como este!”. La última vez, contará más tarde, ocurrió en febrero, durante unas breves vacaciones familiares a El Caribe. El CEO de Latam mira los asientos, el techo, observa la cabina del piloto, explica que un avión como ese tiene 22 millones de piezas, que en el que estamos, estuvo casi dos años detenido en un centro en Estados Unidos ubicado en el desierto sin poder volar y solo con mantenciones de rigor. Y mientras lo explica, aperado con un chaleco reflectante y un sombrero de seguridad, en su cara se ve una genuina sorpresa. Y ganas de volar.

Aunque el concepto se ha utilizado cientos de veces para describir lo que vive la aerolínea desde marzo del año pasado, no hay una palabra que grafique mejor lo que están viviendo: una turbulencia. Fuerte. En marzo del año pasado, un mes antes de asumir como mandamás de Latam y reemplazar a Enrique Cueto en el cargo, Alvo -nacido en México, 52 años, casado, tres hijos- tomó la decisión de suspender el primer vuelo de la aerolínea.

El 26 de mayo del año pasado formalmente ingresaron al Chapter 11 de la Ley de Quiebras y Bancarrotas de Estados Unidos, y que les permitió que el tribunal de Estados Unidos detuviera el pago de varias deudas de la empresa y permitiera que la operación siguiera andando. Ahí también se aprobaron, tras arduas batallas entre acreedores e inversionistas interesados, un DIP, por US$ 2.450 millones. Hoy, se preparan para volver a volar. De aquí a fin de año, plantea en conversación con DF MAS, esperan estar despegando de nuevo.

“Seguimos trabajando en nuestro plan de reorganización, seguimos apuntando a tener todos los componentes listos hacia fin de año. Es un proceso largo y complejo. Estamos muy confiados en lo que hemos avanzado, trabajando de manera muy rápida en estos meses. Esperamos tener noticias importantes en las próximas semanas”, asegura. No puede agregar mucho más porque tal como le pidieron a la Corte de Nueva York en junio, tienen hasta el 15 de septiembre para presentar un plan de vuelo, el que espera Alvo ir a presentar a Nueva York.

De todas formas, piensa que la reapertura ayuda en las proyecciones.

“El gobierno perdió la oportunidad de instalar el sentido de normalidad”

El gobierno chileno autorizó desde el 26 de julio a chilenos y extranjeros residentes la salida y entrada al país. Sin embargo, a Alvo, un ingeniero de la Universidad Católica de Chile, con MBA de la Universidad de Lausanne, Suiza, le gustaría tener reglas precisas para saber cuándo comenzarán a volar normalmente.

“El gobierno podría ser un poco más claro y darnos más indicaciones para poder planificar, sobre cómo va a ser esta apertura, con criterios que sean concretos y medibles, para poder volver a conducir nuestra actividad. Y además poder volver a recuperar las fuentes de trabajo de cientos de miles de personas que trabajan en industrias relacionadas con el movimiento internacional de mercancías y personas que están siendo profundamente afectados por esta crisis”, explica.

Es importante, agrega, “decir que necesitamos una apertura segura, y la aviación hoy es segura para volar; y necesitamos protocolos que nos permitan estar lo más seguros posibles de otra ola, de otra variante. Al mismo tiempo, necesitamos retomar nuestras vidas. Ya hay países, como Singapur, donde decidieron que esto no es una pandemia, es endémico; los ingleses dijeron el 19 de julio abrimos, y abrieron”.

“El gobierno perdió la oportunidad de empezar a instalar el sentido de normalidad, con casi un 80% de la población vacunada”, plantea Alvo, quien confiesa no entender muy bien el accionar de La Moneda en esta materia.

Sucede, explica, que la mayor cantidad de vuelos no solo ayuda a industrias sensibles como la exportadora e importadora y el turismo, sino que también a las personas. Él mismo, aunque no le gusta ponerse de ejemplo, dice que la última fase del Chapter 11 le gustaría hacerla in situ en Estados Unidos, donde tiene que presentarse al juez Garrity el plan de reestructuración para poder salir de la supervigilancia del tribunal.

“Para mí llevar el Chapter 11 desde Chile ha sido un esfuerzo gigantesco, pero hay un punto donde dices que ya no puedes seguir enfrentando procesos que son tan críticos para una compañía tan importante para el país, a distancia”, afirma, y acota: “El gobierno en algún momento tiene que reconocer que todos necesitamos hacer ciertas cosas que no hemos podido hacer durante un tiempo”…

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