Como ya explicamos alguna vez, cada día en el mundo hay 93 mil vuelos comerciales, de los cuales casi la mitad se realizan dentro del territorio de Estados Unidos. Los aeropuertos, dentro de este complejo mundo, constituyen un elemento de discusión permanente. Para algunos, son espacios sin alma que tienen tediosas esperas.
Sin embargo, hay estaciones aéreas que para un viajero desprevenido constituyen toda una atracción, porque al margen de lo estrictamente aeronáutico, muchos poseen tal cantidad de bares, locales de ropa y demás comercios, que para alguien situado, como nosotros, en el fin del mundo, resultan toda una sorpresa.
De las decenas de miles de aeropuertos que funcionan en el mundo, sorprendentemente entre los mejores hay solamente uno en territorio estadounidense, que es el país padre de la aviación comercial. Como en tantos otros aspectos, los que se destacan son siempre las estaciones del Lejano Oriente, tal es así que de los diez mejores, cinco pertenecen a Asia
Las encuestas sobre la calidad de cada uno de ellos la realiza no sólo la IATA (Asociación Internacional de Transporte Aéreo), sino también empresas mayoristas de viajes, revistas especializadas y votaciones que realizan los mismos pasajeros en determinadas páginas de internet.
Los diez mejores
Tampoco en este aspecto hay unanimidad de criterios, sobre todo para quienes consideran cuál es el número uno. La diferencia radica en tres aeropuertos asiáticos, que este cronista tuvo la oportunidad de conocer. De más está decir que en todos la limpieza, la armonía arquitectónica y las condiciones de traslado dentro de estos monstruos -que ocupan manzanas- es impecable.
Hay uno que se destaca por encima de todo en cuanto a la atención. Es el Changi Airport de Singapur, que no por nada es la sede central de la mejor línea aérea del mundo. Cuando uno llega se sorprende porque las empleadas de la estación obsequian bombones, en la recepción los empleados hablan diez idiomas diferentes y la simpatía predomina siempre ante cualquier consulta.
Hay otro detalle de Singapur que, creo, es único en el mundo: si usted tiene que esperar más de tres horas para hacer una conexión, el mismo aeropuerto le pagará -sí, leyó bien- un city tour por toda la ciudad, situada a treinta kilómetros, para que su espera sea más llevadera y para que conozca lo moderno y eficiente que es esta ciudad-estado.
Bangkok, el mejor
Cuando estuve en Tailandia, país encantador no sólo por sus playas, sino por el trato de la gente y por sus riquezas históricas en Bangkok, quedé muy sorprendido cuando un sábado por la tarde tenía que embarcar en la línea local, Thai, rumbo a Ho Chi Minh, la ex Saigón. Nunca había visto una multitud tal en ninguna otra parte, tal es así que el John Kennedy de Nueva York me parecía minúsculo frente a esta estación.
Según la medición que acaba de hacer la mayorista de viajes edreams.com, el Suvarnabhumi de Bangkok ha sido nombrado como el mejor aeropuerto del mundo en su tradicional ranking anual. Ese nombre significa «tierra dorada» y sus operaciones comenzaron en el 2006. Quedó constituida como una obra de arte, con su original forma de ola.
En el segundo lugar no hay unanimidad, pues algunos ponen al mencionado aeropuerto de Singapur y otro a Incheon, la estación internacional de Seúl, que no por casualidad es la décima potencia económica del mundo y la primera, junto con Singapur, en calidad educativa en los niveles primario y secundario.
Los puestos sucesivos están ocupados por el Chek Lap de Hong Kong (realizado por el brillante arquitecto inglés Norman Foster) y el Narita, de Tokio, que tiene una particularidad: es el más lejano del mundo respecto al centro de su ciudad, ya que hay que recorrer 75 kilómetros y, para el traslado, pagar 280 dólares de taxi o 50 de la misma moneda para viajar 30 minutos por tren bala.
Del sexto al décimo lugar están cuatro aeropuertos europeos: primero el Konrad Adenauer de Bonn, el Nikola de Bruselas, el Arlanda de la increÃble Suecia, en el noveno lugar recién aparece un estadounidense, el de Orlando, y en el décimo, el Schiphol de Amsterdam.
Con relación a las compras, algo habitual en quien debe realizar una larga espera, nadie supera al de Copenhague, en Dinamarca, y lo siguen el de Colonia-Bonn y el Joao Paulo de Islas Azores, pertenecientes a Portugal.
Hasta aquÃ, el lector habrá advertido que ningún latinoamericano figura, a pesar de ser la región donde más creció el número de pasajeros en la última década. En cuanto a calidad, hay uno solo: el Jorge BenÃtez de Lima.
Los peores
Hay varios entre los peores que asombrará a más de uno. Por ejemplo, Heathrow, uno de los cinco aeropuertos de Londres, es el más activo de Europa y el que mayor número de pasajeros internacionales atiende en el mundo. Allí operan noventa compañías que viajan a 170 destinos, y por sus pasillos desfilan nada menos que 70 millones de viajeros al año. Conste que Heathrow tiene cinco terminales diferentes, dos servicios de trenes subterráneos y otro de superficie, que en apenas quince minutos deposita al pasajero en pleno centro de Londres.
Otra sorpresa: Los Angeles, la ciudad en kilómetros más extendida del planeta, es el sexto aeropuerto más ocupado del mundo. Sin embargo, es según los pasajeros el segundo peor del orbe, pues los controles, las largas colas, la aglomeración en sus terminales y las dificultades para ir de una terminal a otra son motivos de quejas constantes. El tercero peor es el Charles de Gaulle que, siempre según los usuarios, es «un terror». Es más, de acuerdo al San Francisco Chronicle, es el peor aeropuerto del mundo por su desorden, calificativo que comparte la IATA.
Para herir el orgullo neoyorquino, uno de sus tres aeropuertos, el Kennedy, está también entre los menos valorados. Además de otros dos del mismo país, el O’Hare de Chicago -segundo en el mundo según cantidad de vuelos- y el «gran amor» de los latinoamericanos, el de Miami.
Sidney, una de las diez ciudades más bonitas del mundo, también está mal calificado. IncreÃblemente lo mismo para Frankfurt, la sede central de Luftansa. Completan la lista el Indira Gandhi de Nueva Delhi y el pobre Dakar de Senegal.
Para quien esto escribe, dicho claro con toda subjetividad, nunca vio algo peor que la estación de Puerto Príncipe, en HaitÃ. Allí es todo tan misérrimo que hasta los baños son sucios. Los bares, de igual condición. Y en el colmo de la arbitrariedad, los soldados del ejército, apostados con ametralladoras, no dejan entrar a nadie que no muestre su boleto y su pasaporte. Los pobres haitianos que esperan a sus familiares, deben esperar a cien metros, a pleno sol y con 50 grados de temperatura.